“No había ambulancias cerca de mi casa”, comparte Mariam Daher, una mujer de 33 años que recibe tratamiento por un aborto espontáneo en un hospital respaldado por Médicos Sin Fronteras (MSF) en el noroeste de Siria. Junto a su hijo de 18 años, recorrió 20 kilómetros en motocicleta para llegar al hospital. “Llegué aquí ya exhausta, y ahora me pregunto cómo regresaré a casa en la moto después del procedimiento”.
La guerra de 13 años en Siria, el terremoto de febrero de 2023 y la falta de apoyo internacional para reconstruir la infraestructura sanitaria han privado a las mujeres embarazadas y a las madres primerizas de su derecho fundamental: acceder a una atención materna adecuada y digna, especialmente durante el embarazo y el parto. Este derecho básico se ha vuelto cada vez más difícil de alcanzar para ellas en el noroeste de Siria.
Pocos servicios en muchos hospitales
Históricamente, las mujeres en esta región contaban con acceso a numerosas clínicas y hospitales para la atención médica materna, pero los bombardeos y la violencia han destruido muchas de estas instalaciones. Actualmente, hay menos lugares donde puedan recibir atención segura para el parto, abarcando desde la atención prenatal hasta la posnatal.
Como consecuencia, las mujeres dependen de un reducido número de centros funcionales que se encuentran a gran distancia de sus hogares, enfrentándose a viajes inciertos por las malas condiciones de las carreteras y los riesgos de seguridad.
“Cuando llegó el momento de dar a luz mi nuera, corrimos al hospital más cercano, solo para encontrarlo cerrado porque no había fondos para su funcionamiento, según nos dijo el guardia. Luego intentamos en la ciudad vecina, pero nos impidieron entrar debido a los combates”, cuenta Aisha Mansour, de 61 años.
Los informes de los grupos de salud de la ONU en el noroeste de Siria indican que en junio de 2024, 160 centros de salud corrían el riesgo de cerrar parcial o totalmente. De estos, nueve son centros de atención especializada. Según un informe de la OCHA, se prevé que el 50% de las instalaciones de salud que aún funcionan suspendan sus actividades total o parcialmente para diciembre de 2024 debido a recortes en el financiamiento.
Personal médico al borde del colapso
Aunque hay algunos centros de salud operativos, los servicios para las mujeres son limitados por la escasez de médicos especializados, como ginecólogos y obstetras, así como por la falta de equipamiento médico y medicamentos. Además, a menudo se les niega el ingreso al hospital cuando lo necesitan.
“Los médicos especialistas están desplazados o han emigrado a países vecinos en busca de mejores oportunidades”, explica Chiara Martinotta, referente médica del proyecto de MSF en el noroeste de Siria. “Esto ha resultado en una grave falta de obstetras-ginecólogos para brindar atención materna avanzada, lo que ha sobrecargado los pocos centros de salud que quedan”.
Obstáculos sociales para el acceso a la atención sanitaria
“Una mujer llegó muerta debido a una hemorragia severa. Al examinarla, la partera notó lesiones graves. Su madre nos dijo que había un centro de salud cercano, pero su marido insistió en llevarla a una partera tradicional”, cuenta Fatima Al-Nassan, supervisora de parteras de MSF en la región.
Con frecuencia, las mujeres embarazadas deben ir acompañadas por un hombre para acceder a los servicios de salud, y necesitan el consentimiento de un familiar masculino para buscar atención médica, lo que puede causar retrasos y limitar su movilidad para llegar a un hospital o clínica a tiempo.
Las responsabilidades domésticas, como el cuidado de los hijos y las tareas del hogar, pueden limitar la capacidad de las mujeres para priorizar su propia salud. También enfrentan estigmas sociales y el temor al juicio, lo que les impide o retrasa la búsqueda de atención médica durante el embarazo.
“Muchas mujeres se sienten arrepentidas de estar embarazadas. Se enfrentan a críticas por las duras condiciones de vida y el sufrimiento en los campamentos. [Algunas personas] creen que tener más hijos solo aumentará las dificultades de la familia”, señala Kawthar Ali, una madre de 23 años desplazada de Alepo.
Los dispositivos intrauterinos (DIU) y los implantes no se proporcionan sin el consentimiento firmado de los esposos en las instalaciones apoyadas por MSF, debido a normas culturales. Además, el embarazo precoz sigue siendo un problema significativo relacionado con estas normas; en 2024, una de cada cuatro niñas en hospitales de maternidad apoyados por MSF tenía 19 años o menos.
Impacto de las dificultades económicas
“Tuve que comprar mi medicamento en una farmacia privada porque el hospital no lo tenía”, dice Khalid Yusuf, un desplazado que vive en Jandaris y es padre de siete hijos. “Nuestras condiciones de vida son malas. No puedo permitirme comprar medicinas”.
La inflación en Siria ha incrementado los costos de vida. Las familias no pueden costear consultas médicas privadas ni procedimientos quirúrgicos. La pobreza es generalizada y muchas mujeres embarazadas padecen anemia o desnutrición grave. En agosto de 2023, se estimó que entre el 7% y el 15% de las mujeres embarazadas y lactantes en Idlib y Alepo podrían estar desnutridas.
En muchos campamentos de desplazados internos donde trabaja MSF, una de cada cinco familias no tiene hombres adultos. Ante la pérdida del sostén masculino y el aumento del costo de vida, las mujeres embarazadas deben participar en trabajos agrícolas, lo que incrementa los riesgos para su salud y la de sus bebés.
La situación se agrava para aquellos que viven en tiendas de campaña desgastadas, enfrentándose a condiciones extremas durante inviernos fríos y veranos calurosos. Además, algunos están amenazados con desalojos por parte de terratenientes que exigen la devolución de sus tierras.
Esta preocupante tendencia se confirma en estimaciones de 2024 de algunos campamentos en el noroeste de Siria, en las ciudades de Alepo e Idlib donde opera MSF. Con la previsión de una mayor escasez de fondos, se espera que el acceso a servicios esenciales de nutrición disminuya, exponiendo aún más a mujeres y bebés a riesgos.
Navegando un camino lleno de obstáculos en el sector salud
Las mujeres embarazadas y las madres primerizas cerca de las líneas de combate enfrentan el constante riesgo de ser atrapadas en fuego cruzado, sufrir violencia o ser detenidas.
Sus movimientos están fuertemente restringidos por puestos de control, toques de queda y operaciones militares. Deben evaluar cuidadosamente los riesgos y barreras antes de salir de casa en busca de atención materna, lo que puede causar demoras o disuadirlas de buscar atención.
Maternidad ininterrumpida
Desde 2023, los equipos de MSF en el noroeste de Siria han asistido más de 25,500 partos, realizado más de 5,500 cesáreas y llevado a cabo más de 111,000 consultas maternas. Sin embargo, la creciente necesidad de atención materna supera con creces la capacidad actual, especialmente ante el descenso del financiamiento.
Una atención prenatal adecuada es fundamental para un embarazo saludable. Al asistir a chequeos regulares, las mujeres reciben orientación, identificación temprana de riesgos y pueden tomar decisiones informadas sobre su salud. Un mayor apoyo en la atención materna durante el embarazo y el período posnatal puede incentivar a las mujeres a priorizar su salud y garantizar el bienestar de sus bebés.
Para MSF, este aumento en el apoyo incluye la construcción de un nuevo hospital de maternidad en Jandaris para abordar la crítica escasez de instalaciones de salud materna. El hospital ofrecerá servicios integrales como atención prenatal y posnatal, partos seguros y atención obstétrica de emergencia. Además, el equipo de MSF ha ampliado el servicio de maternidad en el hospital Al Shahba’a en Mare’e, proporcionando cesáreas, cirugía y atención neonatal, y recibiendo derivaciones de otros centros de salud en el noroeste de Siria.
“No se puede pasar por alto la urgente necesidad de abordar las barreras que limitan y retrasan el acceso de las mujeres embarazadas a la atención en el noroeste de Siria”, afirma Siham Hajaj, jefe de misión de MSF en la región. “Con los recortes de fondos, la situación solo se deteriorará. MSF insta a los donantes internacionales a reconocer las grandes necesidades de atención materna y a aumentar el apoyo tanto a nivel básico como especializado, asignando recursos suficientes para las vidas de las mujeres y los bebés en riesgo”.