Los accidentes cerebrovasculares (ACV) representan una creciente amenaza para la salud global, y los expertos han señalado un alarmante aumento de casos, especialmente entre personas jóvenes y de mediana edad.
Un informe reciente de la Comisión de Neurología WSO-Lancet advierte que la mortalidad mundial por ACV podría incrementarse hasta un 50% para el año 2050, colocándolo como la segunda causa de muerte y la tercera de discapacidad a nivel mundial.
Un ACV se produce cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe debido a una obstrucción o ruptura de los vasos sanguíneos, lo que puede privar a las neuronas de oxígeno y causar su muerte. De hecho, se estima que cada minuto sin tratamiento durante un ACV puede llevar a la pérdida de aproximadamente 2 millones de neuronas. Los primeros 270 minutos (4 horas y media) son cruciales para recibir atención médica y minimizar el daño cerebral, así como las posibilidades de muerte o discapacidad.
Tipos de ACV: ¿Isquémico o hemorrágico?
Existen dos tipos principales de ACV:
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ACV Isquémico: Este es el tipo más común y ocurre cuando se bloquea una arteria que suministra sangre al cerebro. Puede ser causado por un trombo (coágulo) que se forma en la arteria o por un coágulo que se desplaza desde otra parte del cuerpo hacia el cerebro.
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ACV Hemorrágico: Este tipo se presenta cuando una arteria se rompe, causando una hemorragia dentro o en la superficie del cerebro, y puede ser resultado de factores como la hipertensión o malformaciones vasculares.
Prevención: 10 recomendaciones clave para evitar un ACV
Para disminuir el riesgo de sufrir un ACV, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sugieren implementar cambios en el estilo de vida y realizar chequeos médicos regulares:
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Adopta un estilo de vida saludable: Evita el tabaco, el alcohol y las drogas, y elige una dieta rica en frutas y verduras, baja en grasas y sodio.
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Mantén un peso saludable: La obesidad es un factor de riesgo significativo, así que mantener un peso adecuado es fundamental para reducir el riesgo de ACV y otras enfermedades.
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Realiza actividad física regularmente: Se recomienda hacer al menos 2 horas y media de ejercicio aeróbico moderado, como caminar a paso rápido, cada semana.
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Evita el tabaco: Fumar es un fuerte predictor de ACV, y dejar de fumar puede disminuir significativamente este riesgo.
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Limita el consumo de alcohol: El consumo excesivo puede elevar la presión arterial y aumentar el riesgo de ACV.
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Realiza chequeos médicos periódicos: Si tienes enfermedades cardíacas, colesterol alto, hipertensión o diabetes, es esencial hacer chequeos regularmente.
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Controla el colesterol: Mantener niveles de colesterol saludables previene la formación de coágulos en las arterias.
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Controla la presión arterial: La hipertensión es uno de los principales factores de riesgo de ACV.
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Maneja la diabetes: Controlar los niveles de azúcar en sangre es crucial para disminuir el riesgo de daños vasculares.
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Cumple con el tratamiento médico si tienes enfermedades cardíacas: Aquellas personas con condiciones como arteriopatía coronaria o fibrilación auricular deben realizar controles periódicos y seguir el tratamiento médico indicado.
El aumento de los ACV en jóvenes y el reto para las nuevas generaciones
Uno de los hallazgos más alarmantes del informe es el incremento de ACV en personas menores de 55 años. Este fenómeno sugiere que factores contemporáneos como el estrés, una mala alimentación y el sedentarismo están afectando a un número creciente de jóvenes.
Para abordar esta crisis, los expertos en salud pública resaltan la necesidad de una mayor educación sobre la prevención de ACV y el acceso rápido a servicios de emergencia, ya que un tratamiento oportuno puede ser la clave entre la vida y la muerte, o la discapacidad permanente.