La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha emitido una guía crucial para ayudar a la población a reconocer medicamentos falsificados, un problema creciente en México, especialmente ante el desabastecimiento de ciertas medicinas. Esta iniciativa responde a la alarmante venta de fármacos apócrifos que representan un riesgo para la salud de los ciudadanos.
La venta de medicamentos falsificados ha aumentado en varias regiones del país, afectando tanto a los consumidores como a los dueños de farmacias. Según el Artículo 208 Bis de la Ley General de Salud, un producto se considera falsificado cuando se produce, envasa o comercializa con información engañosa, como autorizaciones inexistentes o imitando productos debidamente registrados. Esto no solo es un delito, sino que también pone en grave peligro la salud pública.
Características de los medicamentos falsificados
La guía de Cofepris detalla una serie de características clave para identificar medicamentos falsificados:
- Etiquetado Deficiente: Medicamentos que carecen de etiquetas o que presentan información de baja calidad.
- Discrepancias en el Empaque: Envases que no coinciden en forma, tamaño o color con los originales.
- Falta de Hologramas o Sellos de Seguridad: Estos elementos son esenciales para verificar la autenticidad del producto.
- Registro Sanitario: Un registro que no existe o que no coincide con el producto en cuestión.
- Precios Sospechosamente Bajos: Medicamentos que se venden a precios significativamente inferiores al promedio del mercado son un claro indicio de posible falsificación.
- Fecha de Caducidad: Productos con fechas de caducidad expiradas también generan preocupación.
- Número de Lote Reportado: Es vital verificar el número de lote en el sitio oficial de Cofepris para asegurarse de que no esté en la lista de productos falsificados.
Recomendaciones para los consumidores
Cofepris enfatiza la importancia de adquirir medicamentos únicamente en farmacias y puntos de venta autorizados. Además, aconseja a los consumidores que presten atención a las indicaciones de sus médicos sobre la forma de administración y las características del medicamento.
La educación es fundamental: tanto los usuarios como los farmacéuticos deben estar informados para evitar la compra de fármacos que no cumplan con los estándares de calidad y seguridad.