En el ocaso de la vida, solo quedan los nombres de quienes yacen en tumbas olvidadas, recordados únicamente por los panteoneros que pasan junto a ellas.
Cada año, el Día de Muertos trae consigo un manto de nostalgia y respeto que cubre los panteones de México. En estas fechas, miles de familias acuden a las tumbas de sus seres queridos para recordar, honrar y revivir momentos a través de ofrendas, flores y velas que iluminan las lápidas.
Sin embargo, no todas las tumbas reciben la misma atención. Entre el colorido de las flores frescas y las veladoras encendidas, se encuentran sepulcros en silencio, cubiertos de polvo y maleza, esperando una visita que quizá nunca llegue. Esta realidad deja al descubierto el abandono que enfrentan muchas tumbas, y pone en evidencia las profundas diferencias en el cuidado de los panteones en cada ciudad, como si algunas
historias quedarán atrapadas en el tiempo, sin nadie que las recuerde o las celebre.
Monclova
Los panteones municipales Guadalupe y Sagrado Corazón enfrentan un problema en particular con el abandono de las tumbas. Según José González Ortiz, director de los panteones municipales, entre 170 y 200 tumbas en el panteón Guadalupe han sido completamente abandonadas, mientras que cerca de 90 son visitadas en algunas ocasiones, pero no reciben ningún tipo de mantenimiento. Estas tumbas, ubicadas en el panteón más antiguo de Monclova, representan un riesgo debido al deterioro.
Aunque el reglamento de panteones permite a las autoridades exhumar los restos de las tumbas abandonadas por más de seis años y reutilizar los espacios, González Ortiz menciona que no ha aplicado esta medida por respeto a los difuntos. En Monclova, las familias son responsables del cuidado de las tumbas sin costo de mantenimiento adicional, aunque muchas no cumplen con esta responsabilidad.
Saltillo
El municipio asegura que en los tres panteones bajo su administración San Esteban, De Dolores y La Paz no existen tumbas formalmente abandonadas, aunque sí hay algunas deterioradas. El panteón San Esteban, fundado en 1836, cuenta con 6,623 fosas, mientras que el de Dolores, fundado en 1929, alberga 1,508. El panteón La Paz, el más reciente, fue inaugurado en 2003 y tiene 3,833 fosas ocupadas y solo 16 disponibles.
Aunque algunos sepulcros muestran signos de descuido, el municipio realiza censos frecuentes y se comunica con los propietarios para exhortarlos a mantener en buen estado las tumbas. La mayoría de las fosas, que son de propiedad perpetua, se mantienen en condiciones óptimas gracias al esfuerzo de las familias, aunque se observa que esta tradición de mantenimiento y respeto a los difuntos se ha reducido con el paso del tiempo.
Piedras Negras
Los panteones también reflejan el abandono de tumbas, en muchos casos debido a que las familias se han mudado a otros estados o países. Reyes Franco Balderas, encargado del panteón municipal, informa que aproximadamente un 20% de las tumbas muestran signos de abandono.
Con entierros que datan desde 1890, este cementerio alberga historias de personas extranjeras, con tumbas de familias de origen chino, japonés y estadounidense. Este año, entre 70 y 80 personas han sido sepultadas, en su mayoría hombres entre los 40 y 80 años. Franco Balderas dice que la tradición de visitar y cuidar las tumbas parece haber disminuido en las generaciones más jóvenes, lo que deja cada vez más sepulcros sin atención.
Torreón
El Ayuntamiento administra dos panteones municipales, el Panteón Municipal 1 y el Panteón Municipal 2. El primero, ubicado en la colonia Victoria y fundado en 1898, cuenta con 21,500 fosas, mientras que el segundo, fundado en 1936, alberga 18,000 fosas. En ambos, las tumbas son de uso familiar, y cada fosa puede albergar entre tres y cuatro restos. Este año, el Ayuntamiento destinó recursos propios para colocar tapas en 800 fosas abandonadas que representaban un riesgo por su estado de deterioro. Aunque algunas tumbas se consideran abandonadas, otras solo han dejado de recibir visitas frecuentes pero siguen siendo reconocidas por las familias.
Fernando Villarreal Cuellar, director de Servicios Públicos, asegura que el municipio continúa interviniendo en el mantenimiento de estos espacios, dado que muchas tumbas aún reflejan el paso del tiempo y el olvido de las familias.
Realidad
En cada una de estas ciudades, la problemática del abandono de las tumbas nos recuerda la fragilidad de las tradiciones y del recuerdo, una realidad que aflora cada Día de Muertos, cuando los vivos honran a los que ya no están, aunque algunos descansan en silencio, olvidados.
En un mundo donde el tiempo avanza rápidamente, el problema radica en mantener viva la memoria de nuestros seres queridos, no solo en estas fechas, sino a lo largo del año. Es fundamental que cada visita al panteón no solo sea un ritual anual, sino una expresión continua de amor y respeto, asegurando que cada tumba, cada historia, y cada memoria no se pierda en el silencio del olvido. Al final, el Día de Muertos no solo es una celebración de la muerte, sino un llamado a vivir con conciencia.