Alto riesgo de COVID-19 persistente en pacientes con antecedente de infarto de miocardio e ictus

Los médicos de atención primaria y especialistas deben informar a los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio o un ictus sobre su mayor riesgo de COVID-19 persistente y la necesidad de tomar precauciones para evitar la infección por SARS-CoV-2, según una nueva investigación.

El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York, sugiere que cualquier persona con enfermedad cardiovascular, definida como un historial de infarto de miocardio o ictus, debería considerar recibir las dosis de refuerzo actualizadas de la vacuna contra el SARS-CoV-2. También se aconseja a estos pacientes que adopten medidas adicionales para prevenir una infección aguda, como evitar espacios cerrados y concurridos.

No existe un tratamiento o prueba específica para la COVID-19 persistente, que puede volverse crónica y debilitante, y se caracteriza por la falta de recuperación de la enfermedad aguda en un plazo de 90 días.

Los investigadores utilizaron datos de aproximadamente 5,000 personas inscritas en 14 programas de investigación en curso, incluyendo el Framingham Heart Study, que tiene 76 años de antigüedad. Los resultados de este análisis de "megacohorte" fueron publicados en JAMA Network Open.

La mayoría de estos estudios ya contaba con datos de salud cardiaca de 10 a 20 años de miles de participantes, según Norrina B. Allen, Ph.D., una de las autoras y epidemióloga especialista en cardiología en la Northwestern University Feinberg School of Medicine en Chicago.

"Este es un estudio especialmente robusto que examinó los factores de riesgo o la salud individual antes de padecer COVID-19 y su impacto en la recuperación de la enfermedad", afirmó Allen.

Además de las personas con enfermedad cardiovascular, las mujeres y los adultos con enfermedades crónicas preexistentes también tardaron más en recuperarse.

Más del 20% de los participantes en este extenso estudio, basado en una población estadounidense racial y étnicamente diversa, no se recuperó de COVID-19 en 90 días. Los investigadores encontraron que la mediana del tiempo de recuperación para la infección aguda, según los propios participantes, fue de 20 días.

Si bien las mujeres y las personas con enfermedades crónicas presentaban un mayor riesgo de desarrollar COVID-19 persistente, la vacunación y la infección por la variante ómicron se asociaron con tiempos de recuperación más breves.

El Dr. Ziyad Al-Aly, jefe de investigación del Veterans Affairs St Louis Health Care System y epidemiólogo clínico de la Washington University in St. Louis, indicó que estos hallazgos son coherentes.

 
 

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