Aclaró que la Iglesia no celebra la muerte, sino la búsqueda de la plenitud de santidad de los difuntos.
Saltillo, Coahuila.- El obispo de Saltillo, Monseñor Hilario González García, lamentó que la Fiesta de Todos los Santos, que es el primero de noviembre, se ha mezclado con una celebración de mercadotecnia para la venta de “muchas cosas” y llamó a la feligresía a celebrar la santidad.
Invitó a los católicos a rescatar el verdadero sentido religioso de esta festividad, que conmemora la santidad, y a no perder de vista el propósito espiritual frente a la mercadotecnia.
Recordó que, en esta fecha, confluyen dos celebraciones distintas: la Solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos.
En la primera, explicó, la Iglesia celebra la santidad de aquellos que han alcanzado la gloria divina, mientras que en el Día de los Muertos se honra a los seres queridos fallecidos.
“Técnicamente, la iglesia no celebra la muerte, sino que celebramos que tenemos hermanos y hermanas necesitados del camino hacia la casa del Padre y pedimos por ellos para que alcancen su plenitud de santidad”, puntualizó.
El Día de los Muertos: una tradición popular
Monseñor González señaló que el “Día de los Muertos”, es una tradición popular que honra a los seres queridos ya fallecidos, tiene un enfoque de folklore y no es parte de las celebraciones oficiales de la Iglesia.
Reconoció el valor de estos actos para recordar con cariño a los seres queridos y afirmó que la Iglesia, a su vez, reza e intercede por los difuntos, buscando que estos alcancen la plenitud en el más allá.
El jerarca católico lamentó que la festividad religiosa se haya convertido en ua celebración de mercadotecnia “para la venta de muchas cosas” y citó como ejemplo Halloween, cuya traducción, según mencionó es, “que la santidad gane”.
Los altares para mascotas
Respecto a los altares para mascotas el Obispo consideró que ocurren por el amor que le tenían las personas a sus animales ya que algunos llegan a considerarse parte de la familia.
Aclaró que, aunque no son una práctica religiosa, estos altares reflejan el cariño que muchas personas sienten por sus animales de compañía.
“Han sido compañeros en la vida de muchas personas, por mucho tiempo. No es una tradición religiosa propiamente, sino más bien es un signo de cariño”, concluyó