Incluso a niveles bajos, el arsénico en el agua potable podría aumentar los riesgos cardíacos

La exposición prolongada a niveles bajos de arsénico en el agua potable puede aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca, según advierte un estudio reciente.

El estudio, publicado el 23 de octubre en la revista Environmental Health Perspectives, encontró que incluso las personas expuestas a niveles de arsénico por debajo del límite federal de 10 microgramos por litro (µg/L) presentaban un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.

"Nuestros hallazgos son innovadores y sugieren la necesidad de reconsiderar las normas actuales", afirmó Tiffany Sánchez, investigadora principal y profesora adjunta de ciencias de la salud ambiental en la Universidad de Columbia, Nueva York. Sánchez añadió que también es crucial realizar más investigaciones para comprender mejor los riesgos asociados con la exposición al arsénico en el agua potable.

La Asociación Americana del Corazón y otras agencias de salud coinciden en que existe una fuerte evidencia de que el arsénico aumenta el riesgo de problemas cardíacos. Aunque la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. redujo el límite máximo de arsénico permitido en el agua potable de 50 a 10 µg/L en 2006, los investigadores señalaron que la preocupación sobre los posibles efectos dañinos persiste incluso a niveles inferiores.

El arsénico se encuentra naturalmente en el agua subterránea, especialmente en áreas de Nueva Inglaterra, el medio oeste superior y el oeste de Estados Unidos, como California.

En este estudio, los investigadores analizaron datos de más de 98,000 maestros de California, comparando los casos de enfermedad cardíaca con la exposición al arsénico en el agua potable. Descubrieron que aquellos expuestos a concentraciones de arsénico de 1 a 5 µg/L tenían un riesgo de enfermedad cardíaca aumentado en un 5% a 6%, mientras que aquellos expuestos a niveles de 5 a 10 µg/L presentaban un aumento del 20%. El riesgo se duplicó a un 42% para los expuestos a niveles iguales o superiores a 10 µg/L, el límite actual de la EPA.

Danielle Medgyesi, coautora del estudio y becaria doctoral en ciencias de la salud ambiental en Columbia, subrayó que los resultados refuerzan la necesidad de ajustar las regulaciones y reducir aún más el límite actual de arsénico en el agua potable, con el fin de proteger la salud pública y disminuir el riesgo significativo que representa el arsénico para la salud cardiovascular.

 
 

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