"Desde pequeño, supe que mi destino era ser artista".
Sin duda, uno de los trabajos más complejos puede llegar a ser el de payaso, ya que tienen la dura y complicada labor de hacer reír a los asistentes en las fiestas. En ocasiones, hay niños que tienen miedo de ellos, pero es aún más complicado entretener a adultos en los rodeos, de lo cual nos habla Gaspar, quien describe su amplia labor en este ámbito.
¿Cómo nace tu carrera dentro del entretenimiento como payaso?
"Todo empezó desde la primaria. Quería participar en las obras teatrales, pero como no tenía temor a equivocarme en los ensayos y cosas por el estilo. Luego, al terminar la primera obra, fui a ver una puesta en escena de "Los Tres Cochinitos" y eso me impactó. Fue ahí donde decidí ser artista; desde niño, comienzas a tomar un camino sobre lo que quieres dedicarte en el futuro. Hay quienes dicen: "Yo quiero ser como mi papá" o "quiero ser dentista o bombero", pero mi intuición siempre fue ser artista. Conocí a un amigo que era payaso profesional y me uní a él, ayudándole a cargar su maleta, acomodarle la bocina y cosas así. Después de un tiempo, él me dijo que veía talento en mí y quería que participara con él. Le agradecí y me comprometí a seguir esforzándome, pero él me dijo que dejara eso y que me uniera al show. Me sorprendió y pensé: "Es la oportunidad que tanto había soñado". Entonces, me dijo que fuéramos a ensayar y practicamos los diálogos. Pero, ¿qué crees? En el primer show me dio pánico escénico y me bloqueé; quedé congelado, no sabía ni qué decir. Pensé que sería mi debut y despedida. Sin embargo, mi amigo se acercó, me dio una palmadita en el hombro y me dijo: "No te preocupes, eso es normal. Échale ganas y la próxima será diferente". Así fue que en la siguiente presentación todo salió bien; los diálogos fluyeron naturalmente. Desde entonces, he estado activo, comenzando en fiestas infantiles, pero luego conocí a otro amigo e incursioné en el rodeo, un nuevo mercado donde tenía que entretener a gente adulta que asiste a un espectáculo muy extremo. He tenido la oportunidad de estar en los rodeos de medianoche y en distintas empresas que me buscan para colaborar, lo que ha sido muy satisfactorio en este mundo de los vaqueros, en el que he trabajado en distintas partes del país".
Al ser originario de Monterrey, ¿Crees que la influencia del famoso payaso Pipo te llevó a dedicarte a esta carrera?
"Fíjate que soy parte de la dinastía Leal; mi nombre es Julio César De Haro Leal, y de mi familia viene Pipo, Pepe Marroquín.
Yo empecé mi carrera y él estaba en televisión en una de las empresas más reconocidas en Monterrey.
Fue una figura muy importante, dejando un legado significativo en la sociedad y en el mundo del espectáculo.
Me di cuenta de que era parte de mi familia cuando mi abuela, la madre de mi mamá, me confesó que estaba emparentada con nosotros. Esto pasó ya después de que él falleció.
Sin saber esto, empecé a abrirme espacio en el mundo del entretenimiento.
Si lo hubiera sabido antes, lo habría tomado a mi favor, pero bueno, las cosas fueron distintas y he ido abriendo puertas. Mi trabajo habla por mí y ya son varios años de trayectoria, y todavía me siguen contratando.
¿Cómo es el trabajo del entretenimiento en el rodeo?
"En las arenas de rodeo he sido precursor en el entretenimiento, modestia aparte. Siempre buscamos innovar; fui el primero en usar maquillaje, lo cual ha sido una de las prácticas que otros compañeros han implementado. Posteriormente, la voz no se utilizaba mucho, y yo fui quien revolucionó el papel del payaso cómico en el rodeo de medianoche en el Far West de Monterrey.
Me siento muy contento de que mucha gente me vea y que me confundan con las nuevas generaciones que están haciendo un trabajo excepcional".