Un estudio reciente sugiere que el daño en el tronco encefálico podría ser responsable de los efectos físicos y psicológicos asociados con el COVID prolongado. Los escáneres cerebrales de 30 pacientes con esta condición revelaron lesiones en la región del tronco encefálico, las cuales se relacionaron con síntomas como falta de aire, fatiga y ansiedad, según informaron los investigadores en la edición del 7 de octubre de la revista *Brain*.
El investigador principal, James Rowe, del Departamento de Neurociencias Clínicas de la Universidad de Cambridge, destacó que "el tronco encefálico es un punto crítico de conexión entre nuestra conciencia y las funciones corporales". Añadió que comprender cómo el tronco encefálico responde al COVID-19 facilitará la explicación y tratamiento de los efectos a largo plazo de esta enfermedad.
Estudios post-mortem de pacientes que fallecieron por COVID-19 grave al inicio de la pandemia mostraron alteraciones en su tronco encefálico. Rowe explicó que “aquellos que estuvieron gravemente enfermos durante la primera ola de la pandemia presentaron cambios cerebrales duraderos, probablemente debido a una respuesta inmunitaria al virus. Sin embargo, evaluar esa respuesta inmunitaria en pacientes vivos es complicado”.
Para este estudio, el equipo utilizó escáneres de resonancia magnética de 7 teslas, que ofrecen un mayor detalle, y hallaron que la infección por COVID causó daño inflamatorio en varias áreas del tronco encefálico, generalmente asociadas con el control de la respiración.
La Dra. Catarina Rua, investigadora postdoctoral de la Universidad de Cambridge y coautora del estudio, comentó que "la presencia de anomalías en las partes del cerebro que regulan la respiración sugiere que los síntomas persistentes son consecuencia de la inflamación en el tronco encefálico tras la infección por COVID-19". Estos efectos, agregó, son más marcados en quienes experimentaron COVID-19 grave y no se deben únicamente a factores como la edad o el sexo.
Los escáneres también revelaron daños en áreas relacionadas con la fatiga y la ansiedad, lo que indica una conexión entre la salud mental y la salud cerebral. Rowe subrayó que “los pacientes con una respuesta inmunitaria más fuerte mostraron mayores niveles de depresión y ansiedad”, enfatizando la relación estrecha entre la salud física y mental, y cómo los cambios en el tronco encefálico a raíz de la infección por COVID-19 podrían influir negativamente en la salud mental.
Para más información, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. brindan recursos sobre el COVID prolongado.