Si alguna vez has experimentado dificultades para tragar alimentos, acompañadas de una sensación de acidez o dolor en el pecho, es posible que estés enfrentando algo más que un simple malestar estomacal.
La esofagitis eosinofílica, un trastorno que está afectando a un número creciente de personas, podría ser la causa de estos síntomas. Esta afección crónica provoca inflamación en el esófago, lo que dificulta la ingestión normal de alimentos y, si no se trata adecuadamente, puede dar lugar a complicaciones serias.
La esofagitis eosinofílica se caracteriza, según la doctora Paola Lastra, especialista en aparato digestivo del Hospital Universitario Vithas Madrid Arturo Soria, por la inflamación del esófago. Esta inflamación se produce por la acumulación de eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco que se activa en respuesta a ciertos estímulos, afectando la mucosa esofágica y generando los síntomas que describen los pacientes.
Los síntomas: más que una simple incomodidad
Uno de los principales retos de la esofagitis eosinofílica es su diversidad de síntomas, lo que puede dificultar su diagnóstico. La doctora Lastra señala que los síntomas varían entre las personas, siendo el más común la dificultad para tragar, especialmente alimentos secos. En situaciones graves, puede haber episodios de "impactación", donde los alimentos se quedan atascados en el esófago, impidiendo la deglución.
Otros pacientes pueden experimentar una sensación persistente de acidez o dolor en el pecho. Estos síntomas, aunque a veces intermitentes, tienden a intensificarse si no se aborda el problema con un tratamiento adecuado.
Causas multifactoriales y predisposición genética
A pesar de que no se ha identificado una causa única para la esofagitis eosinofílica, la doctora Lastra menciona que existen factores de riesgo que parecen predisponer a algunas personas a desarrollar esta afección. Estos incluyen el reflujo gastroesofágico, la exposición a alérgenos ambientales y ciertos componentes dietéticos. También se ha observado una predisposición genética en algunas familias.
En términos sencillos, se trata de una enfermedad multifactorial en la que una combinación de factores ambientales y biológicos activan los eosinófilos, provocando así la inflamación crónica del esófago.
Complicaciones graves si no se trata
La doctora Lastra advierte que el tratamiento temprano es crucial para evitar complicaciones. Si la esofagitis eosinofílica no se diagnostica o no se trata adecuadamente, la inflamación prolongada puede llevar a fibrosis esofágica, lo que significa que el esófago se vuelve rígido y estrecho. Esta condición puede hacer que tragar alimentos sea casi imposible, afectando negativamente la calidad de vida y el estado nutricional del paciente.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la esofagitis eosinofílica se realiza a través de una gastroscopia, un procedimiento que permite examinar el esófago y el estómago con una cámara, así como tomar biopsias. En estas muestras, se cuenta la cantidad de eosinófilos presentes, lo que ayuda a confirmar la enfermedad.
Sin embargo, diagnosticar la fibrosis esofágica puede ser más complicado. La doctora Lastra menciona que existen dispositivos para medir el estrechamiento del esófago, pero aún se requiere más investigación para validar su efectividad.
Tratamientos: un enfoque escalonado
El tratamiento de la esofagitis eosinofílica varía según la gravedad del caso. La doctora Lastra indica que el primer paso suele ser la administración de inhibidores de la bomba de protones (IBP), que son eficaces para reducir la inflamación. En casos más severos, se pueden utilizar corticoides y, si el esófago ya está estrechado, se pueden realizar procedimientos de dilatación endoscópica.
Las dietas de exclusión, que eliminan ciertos alimentos que podrían desencadenar una respuesta inmunológica, son otra opción. Sin embargo, estas dietas pueden ser difíciles de seguir y su implementación generalmente requiere un enfoque escalonado, excluyendo progresivamente determinados alimentos.