Desde la oscuridad, son personas productivas en el comercio

A diario, Juan Flores Ávila, de 59 años, camina más de 15 cuadras para ir y regresar al punto de venta en la zona centro donde vende jugos, limonadas y cacahuates, pero, a diferencia de otros comerciantes ambulantes, él no puede ver, sus pasos los guía con un bastón especial para invidentes.

Su vista la perdió a los 35 años de edad de manera repentina debido a un accidente que le sucedió en la calle, del cual no quiso abundar mucho, pero narró que en ese entonces su oficio era de enderezar y pintar carros.

En la zona centro de Monclova hay varias personas invidentes que, al igual que Flores Ávila, son vendedores de diversos artículos y, ayudados por su bastón especial, acuden caminando al corazón de Monclova, donde está el movimiento de gente.

La discapacidad de la vista representa mayor dificultad para colocación en un trabajo, más que cualquier otra, como la motriz o psicomotriz, por ello, en su mayoría optan por vender artículos, elaborar dulces o explotar sus talentos.

Virginia González, directora del Adulto Mayor y Personas con Discapacidad y presidenta de la Red Nacional para la Inclusión de Personas Ciegas y de Baja Visión,  informó que en Monclova son 50 integrantes registrados, pero saben que hay más.  El dato del INEGI es que existen más de 18 mil personas con discapacidad en general, en primer lugar la motriz, después visual, intelectual, auditiva y luego psicosocial.

De un día a otro, su vida cambió drásticamente, dejó de ver y no había esperanza de recuperarla, su trabajo ya no lo podía realizar, ahora dependía de su familia para su manutención y para que lo pudieran movilizar, sin embargo, él no se quedó conforme, acudió a la Escuela de Invidentes y ahí comenzó su independencia.

 

 

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