Se dice que limpio es aquel que no ensucia y no precisamente el que recoge la basura. En efecto, la limpieza inicia al no ensuciar. No basta solo con colocar la basura en su lugar (ojalá que solo fuese eso), sino al hecho de ser limpio. Hoy en día, lamentablemente, vemos las bolsas de frituras tiradas por todos lados; así como también latas de refresco y botellas, servilletas sucias, empaques para las comidas, cucharas y tenedores, restos de comida, platos de unicel, colillas de cigarros, papel, plásticos para envolver y excrementos de las mascotas; en fin, todo tipo de desecho. Hemos notado sin embargo que afuera de la mayoría de las tiendas de conveniencia aún y cuando hay contendores para depositar la basura, así como en las plazas públicas y parques, mucha gente simplemente las arroja al piso. Estoy seguro, inclusive, que a muchos de los lectores nos ha tocado ver a conductores de vehículos o sus pasajeros tirar la basura en plena vía cuando van circulando. Es impensable pensar que el personal de intendencia del municipio sea suficiente para mantener limpia la ciudad. Recientemente, un mandatario de alto nivel justificó los altos índices de criminalidad en el país por la falta de policías. Precisamente argumentaba que no se podía comisionar a cada policía para estar cuidando a cada habitante; imposible! Lo mismo se aplica a la limpieza. Resumiendo, para la criminalidad hay leyes estrictas y cuestiones de índole cívica; para la basura, no. Sin duda, los responsables de limpia de los ayuntamientos hacen lo mejor que pueden para cumplir con su labor. Nos consta ver al personal retirar escombros, barrer avenidas, desyerbar los camellones, pintar los pretiles, y somos testigos del trabajo de los camiones recolectores. Conocemos que hay limitaciones para algunas colonias que van acordes al presupuesto destinado para dicha tarea. Hay que comprender que los recursos económicos y materiales son finitos. No creo que haya alcaldes que intencionalmente no quiera tener una ciudad limpia. No nos gustan las comparaciones, pero busquemos – como experiencias- lo que han hecho en otras ciudades que han destacado por su limpieza, por ejemplo, Mérida, Campeche y Querétaro. Cómo lo han hecho? Una vez más volvemos al problema de la educación; pero no solo a la formal de las escuelas, sino aquella que se inculca desde el hogar; aunque los maestros tienen mucho que ver. Hemos conocido escuelas que penosamente están invadidas por bolsas de frituras, después de cada descanso. Es responsabilidad de las autoridades tomar medidas más serias y efectivas para enseñar a los alumnos a no ensuciar y a recoger y colocar la basura en los contenedores destinados para ello. Debe ser una labor conjunta de los docentes y las autoridades. Sabemos de la cultura japonesa que obliga a los alumnos de las escuelas, entre otras cosas, a tallar los pisos y limpiar los pupitres y pizarrones hasta dejar el aula impecable para el día siguiente. Aunque debemos aceptar que la Escuela no sustituye el papel que debe iniciar desde los hogares, es un complemento importante. Desde hace muchos años a la industria se le obliga a manejar cuidadosamente los residuos peligrosos, incluyendo los desechos biológicos y médicos. Hay especialistas que conocen la normatividad y asesoran a las empresas y hospitales para ello. Hay toda una legislación al respecto. ¿Por qué solo a ciertas industrias? ¿Por qué en las escuelas no? Muchos de nosotros crecimos, considerando en promedio a la clase media, en un ambiente en donde no se abordaba el problema en cuestión. Francamente no había preocupación, al menos de manera notoria, por la contaminación del medio ambiente. No recuerdo que durante nuestra niñes nuestros padres nos enseñaran a separar la basura, en orgánica, inorgánica y pets. Estamos en otros tiempos; desde hace varios años, hay ciudades en que la separación de la basura es obligatoria y en caso contrario los camiones recogedores tiene instrucciones de no aceptarla. En un ambiente como el de México, con millones de habitantes, es muy complicado cumplir con ello porque no hay la cultura de la separación, ni tampoco dispositivos para facilitar la tarea. En los últimos días, hemos visto en diversos medios de comunicación los estragos en varias ciudades y municipios del centro del país sufriendo terribles encharcamientos e inundaciones, como Chalco, Ciudad de México, Naucalpan; Tlanepantla; etc. Cada año es lo mismo: los desagües están taponeados por la gran cantidad de basura de todo tipo: llantas, aparatos electrodomésticos, materiales de construcción, varillas, restos de comida, botellas y latas; en fin, todo tipo de desperdicios. Por más esfuerzo que hagan los gobiernos vuelve a suceder. La gente no entiende que es por el bien de la salud de uno mismo y de los hijos. Es el problema de las grandes urbes; hay tanta gente, que es imposible darse abasto en la recolección. Consideramos es preferible trabajar desde la prevención. En alguna parte de la cadena se debe de empezar a hacer conciencia. Lo que bien se aprende desde la niñez perdura para los siguientes años. Así como hay gran cantidad de talleres sobre la salud, de artes y de capacitación para el autoempleo, así debemos empezar con cursos a las familias para el manejo de la basura. No podemos decir que sería oneroso y un costo extra para los padres de familia; simplemente hace falta voluntad e iniciativa. Todos somos corresponsables y debemos de participar desde nuestro propio ámbito de acción: amas de casa, maestros, trabajadores, directivos, autoridades y profesionistas independientes; en fin, debe ser una tarea de todos. En realidad, el manejo de la basura nos lleva a una mejor salud para la población y tener un medio ambiente y planeta más limpio para nuestras futuras generaciones.