Los principales candidatos son Shigeru Ishiba, exministro de Defensa; Sanae Takaichi, ministra de Seguridad Económica, que sería la primera mujer en liderar Japón; y Shinjiro Koizumi, exministro de Medio Ambiente
El partido gobernante de Japón elige este viernes al próximo dirigente del país con tres grandes favoritos: el hijo surfista de un ex primer ministro, un popular exministro de Defensa y una nacionalista que sería la primera mujer al frente del archipiélago.
Hasta nuevos candidatos se presentaron para asumir las riendas del conservador Partido Liberal Democrático (PLD), en el gobierno nipón de forma casi ininterrumpida desde hace décadas y sacudida este año por un escándalo de financiación irregular.
Como la formación dispone de mayoría absoluta en el Parlamento, el ganador de esta elección interna también debería de asumir el puesto de primer ministro que dejará vacante Fumio Kishida
Es probable que una vez en el poder, el nuevo o la nueva dirigente convoque elecciones avanzadas para impulsar su mandato y dejar atrás la caída de popularidad de Kishida y del partido.
Los sondeos apuntan a una estrecha batalla entre el exministro de Defensa Shigeru Ishiba; Shinjiro Koizumi, de 43 años e hijo de un primer ministro en los años 2000, y la ministra de Seguridad Económica, la nacionalista Sanae Takaichi.
"Es la elección en el PLD más impredecible en muchos años", asegura Jeffrey J. Hall, profesor en la Universidad Kanda de Estudios Internacionales, a la AFP.
Próximo primer ministro japonés deberá liderar con varios retos
El ganador deberá lidiar con las amenazas de seguridad regional, con una China cada vez más firme en política exterior y más cercana a Rusia y los frecuentes ensayos de misiles de Corea del Norte.
A nivel doméstico, el nuevo líder tendrá que reimpulsar la economía y atenuar los efectos en los hogares de la inflación y la caída del yen que ha encarecido las importaciones.
Los presidentes del PLD ostentan el cargo por tres años y pueden acumular hasta tres mandatos consecutivos.
Muy impopular por los problemas económicos de la población y los escándalos de corrupción en su partido, Kishida anunció semanas atrás que no optaría a la reelección.
En la votación participan los diputados y los altos cargos del partido. Ante la igualdad que anuncian los sondeos, es probable que se celebra una segunda rota entre los dos candidatos más votados, cuyo resultado se anunciará por la tarde.
El exministro de Defensa Ishiba, de 67 años, acarició el cargo en 2012 pero perdió contra Shinzo Abe, quien se convertiría en el primer ministro más longevo en el cargo, asesinado en 2022 dos años después de dejar el poder.
Aficionado de las maquetas militares, este veterano político es muy popular entre los electores, pero no tanto dentro del partido, y ha hecho de la crisis demográfica una de sus prioridades en la campaña.
"La población de Japón declinará abruptamente en adelante. A no ser que tomemos acciones drásticas, la economía no crecerá", dijo esta semana.
La ministra Takaichi, cercana al asesinado Abe, es uno de los pocos casos de una mujer que destaca en la patriarcal política japonesa.
La política de 63 años es una visitante habitual del santuario sintoísta de Yasukuni, que honra a los caídos japoneses, entre ellos varios criminales de guerra.
Una victoria suya probablemente cause fricciones con Pekín y Seúl, donde todavía escuecen las atrocidades cometidas por las tropas japonesas antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Y si Takaichi aspira a ser la primera mujer en dirigir Japón, el exministro de Medio Ambiente y aficionado al surf Koizumi quiere ser su dirigente más joven.
Koizumi "es quien mejor personifica la idea de rejuvenecimiento y cambio en el PLD", apunta Yu Uchiyama, profesor de ciencia política en la Universidad de Tokio.
Sin embargo, sus adversarios le reprochan precisamente la falta de experiencia y los votantes tradicionales del PLD pueden verlo como un dirigente todavía inestable, agrega este experto.
Quien gane la votación del viernes será formalmente elegido por el Parlamento el 1 de octubre.
El PLD ha gobernado Japón de forma casi ininterrumpida durante décadas en las que los principales partidos opositores apenas fueron considerados como alternativas viables por los votantes.