El baterista de Metallica, Lars Ulrich estaba destinado a convertirse en una figura del tenis, pero prefirió seguir su pasión por el rock
El nombre de Lars Ulrich es un referente en el mundo del metal y en la historia del rock mundial. Sin embargo, todo pudo ser muy distinto para el baterista de Metallica, pues antes de unirse a una de las bandas más reconocidas en la historia, el tenis fue parte de su vida e incluso su sueño era convertirse en profesional.
Lars, hijo de Torben Ulrich, reconocido ex tenista danés, nació el 26 de diciembre de 1963 en Gentofte, Dinamarca y al igual que su padre y toda su familia, se enamoró del deporte blanco al grado de querer seguir sus pasos, sin embargo, todo cambió cuando llegó a Estados Unidos.
A pesar de que a los 9 años Ulrich vio a Deep Purple en Copenhague y quedó impactado, hasta entonces su vocación por el tenis seguía viva. Ulrich aprendió a tocar la batería y continuaba entrenando, pero el impacto del cambio de país cambió por completo su perspectiva.
En el circuito de los juniors Lars era toda una promesa. Llegó incluso a ser top ten, pero más allá de su amor por la música, sufrió un fuerte desencanto del tenis cuando fue inscrito en la academia de Nick Bollettieri en Florida.
¿Por qué Lars Ulrich, baterista de Metallica no fue tenista?
A su llegada a Estados Unidos, Lars supo que tal vez no era tan talentoso como pensaba, pues a pesar de ser uno de los mejores en su país, Norteamérica era completamente distinto.
“En Dinamarca, que es un país muy pequeño, estaba jugando contra gente de diferentes niveles y edades, pero cuando llegué a Newport Beach, no estaba ni entre los 10 mejores de la calle en la que vivía. Eran muy competitivos. Donde crecí el tenis era un deporte antiguo para caballeros. La gente quedaba para jugar al tenis y beberse un par de cervezas”, contó Lars en el podcast Tayna’s Table en 2021.