El Valencia no logró romper el empate ante Osasuna, equipo que parecía conforme con el resultado. Aunque el equipo de Rubén Baraja consiguió encadenar dos partidos sin perder ni encajar goles, sumando cuatro puntos que le dan algo de alivio tras un mal comienzo en la Liga, sigue enfrentando problemas en ataque.
Defensivamente, el Valencia está sólido con dos jóvenes centrales, Tárrega (22 años, 1,94 m) y Mosquera (20 años, 1,91 m), que ya llevan cinco partidos cubriendo la defensa de Mamardashvili. Sin embargo, en la ofensiva, la ausencia de Hugo Duro y Rafa Mir, quien no fue convocado, dejó al equipo perdido. Dani Gómez no consiguió ni rematar ni generar peligro sin el balón, lo que resalta la falta de contundencia del Valencia en ataque. Además, carecen de un pase decisivo que pueda compensar esta carencia.
Durante los primeros 45 minutos, solo tuvieron una oportunidad destacable, gracias a una jugada de Luis Rioja, quien se ha ido consolidando en la banda izquierda. El extremo realizó una gran internada y asistió a Almeida, pero la ocasión fue desaprovechada. Esa fue prácticamente la única amenaza ofensiva en un encuentro en el que ambos equipos carecieron de claridad para llegar al área rival.
Baraja ha ajustado la defensa con éxito, incluyendo a Barrenechea para proteger a Pepelu, lo que ha mejorado la solidez defensiva, pero a costa de la creación de juego. Aunque el Valencia mostró paciencia y movió bien el balón, carecía de un final claro en sus jugadas.
Por otro lado, Osasuna, equipo armado por su director deportivo Braulio Vázquez, padre del lateral valencianista Jesús Vázquez, mostró en la segunda mitad que no le molestaba el empate, después de haber perdido sus dos partidos anteriores fuera de casa y haber encajado siete goles. Baraja intentó mejorar el ataque con los cambios de Javi Guerra y Fran Pérez, justo después de que Dani Gómez estuviera cerca de sorprender con un gol.
Mestalla, con 40.000 aficionados, se animó cuando Hugo Duro ingresó al campo tras recuperarse rápidamente de una lesión, pero a pesar de ser recibido como un héroe, tampoco logró inquietar al portero Sergio Herrera. En resumen, fue un partido entre dos equipos inofensivos, incapaces de generar peligro real.
El Valencia no logró romper el empate ante Osasuna, equipo que parecía conforme con el resultado. Aunque el equipo de Rubén Baraja consiguió encadenar dos partidos sin perder ni encajar goles, sumando cuatro puntos que le dan algo de alivio tras un mal comienzo en la Liga, sigue enfrentando problemas en ataque.
Defensivamente, el Valencia está sólido con dos jóvenes centrales, Tárrega (22 años, 1,94 m) y Mosquera (20 años, 1,91 m), que ya llevan cinco partidos cubriendo la defensa de Mamardashvili. Sin embargo, en la ofensiva, la ausencia de Hugo Duro y Rafa Mir, quien no fue convocado, dejó al equipo perdido. Dani Gómez no consiguió ni rematar ni generar peligro sin el balón, lo que resalta la falta de contundencia del Valencia en ataque. Además, carecen de un pase decisivo que pueda compensar esta carencia.
Durante los primeros 45 minutos, solo tuvieron una oportunidad destacable, gracias a una jugada de Luis Rioja, quien se ha ido consolidando en la banda izquierda. El extremo realizó una gran internada y asistió a Almeida, pero la ocasión fue desaprovechada. Esa fue prácticamente la única amenaza ofensiva en un encuentro en el que ambos equipos carecieron de claridad para llegar al área rival.
Baraja ha ajustado la defensa con éxito, incluyendo a Barrenechea para proteger a Pepelu, lo que ha mejorado la solidez defensiva, pero a costa de la creación de juego. Aunque el Valencia mostró paciencia y movió bien el balón, carecía de un final claro en sus jugadas.
Por otro lado, Osasuna, equipo armado por su director deportivo Braulio Vázquez, padre del lateral valencianista Jesús Vázquez, mostró en la segunda mitad que no le molestaba el empate, después de haber perdido sus dos partidos anteriores fuera de casa y haber encajado siete goles. Baraja intentó mejorar el ataque con los cambios de Javi Guerra y Fran Pérez, justo después de que Dani Gómez estuviera cerca de sorprender con un gol.
Mestalla, con 40.000 aficionados, se animó cuando Hugo Duro ingresó al campo tras recuperarse rápidamente de una lesión, pero a pesar de ser recibido como un héroe, tampoco logró inquietar al portero Sergio Herrera. En resumen, fue un partido entre dos equipos inofensivos, incapaces de generar peligro real.