En Candela, la actividad cinegética genera más de 150 mil dólares en derrama económica.
El subdirector de Turismo en Candela, Eduardo Urteaga Galán, consideró que hasta un 70 por ciento podría bajar el turismo cinegético a consecuencia de la reforma a Ley General de Armas de Fuego y Explosivos, planteada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, a través de la cual los cazadores estarán obligados a utilizar calibres más bajo en sus actividades deportivas. Explicó que las adecuaciones a la Ley se realizaron sin tomar en cuenta a los diversos clubes, ni a los empresarios cinegéticos del país.
Entre otras cosas, disminuir el calibre de los rifles generará un mayor sufrimiento a los animales y comprometerá la misión de abatir a la presa, además de que obligará a los cazadores a disminuir la distancia de tiro, lo cual no es factible en todas las especies.
Apuntó que la actividad cinegética, únicamente en Candela, genera una derrama económica directa superior a los 150 mil dólares, los cuales podrían bajar hasta en un 70.
Aclaró que las armas que se utilizan para dañar a las personas corresponden al crimen organizado y no a los ciudadanos honestos que, por sus actividades deportivas de caza y tiro, las tienen debidamente registradas. “La reforma a la Ley también establece que diversas instituciones puedan portar armas “para cuestiones de seguridad”, lo cual puede tratarse de un contrasentido porque es algo que nunca se ha hecho en el país y se supone que el objetivo es contar con un mayor control”, indicó. Finalmente, expuso que carece de sentido prohibir los calibres establecidos para una actividad regulada como la cacería deportiva, ya que estas armas son empleadas exclusivamente en prácticas legales y supervisadas, y no representan una amenaza en términos de seguridad pública. Subrayó que las armas utilizadas por cazadores deportivos están diseñadas para propósitos específicos, como el control de fauna o la caza recreativa, y requieren permisos y registros que aseguran su uso responsable. Además, destacó que los delincuentes suelen preferir otro tipo de armamento, más compacto y fácil de ocultar, lo que refuerza el argumento de que prohibir estos calibres no tendría ningún impacto en la reducción de la violencia o en la actividad criminal. "Las armas que se usan en la cacería deportiva no son las que vemos en manos de los criminales. Perseguir a quienes cumplen con la ley solo desviaría recursos de la verdadera lucha contra el crimen organizado", concluyó.