Los niños nacidos durante el primer año de la pandemia de COVID-19 no parecen tener un mayor riesgo de desarrollar autismo, incluso si estuvieron expuestos al virus durante el embarazo, según un estudio reciente.
Este hallazgo brinda alivio a los médicos y padres preocupados por el desarrollo de los niños nacidos en ese periodo, comentó el Dr. Dani Dumitriu, profesor asociado de pediatría y psiquiatría en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
"Sabemos que el riesgo de autismo puede aumentar debido a diversos factores que afectan a la madre durante el embarazo, como infecciones o estrés", explicó Dumitriu en un comunicado. "Dada la magnitud de la pandemia, hubo preocupaciones de que aumentaran las tasas de autismo, pero afortunadamente, no observamos tal incremento en nuestro estudio".
El estudio siguió el desarrollo de casi 2,000 niños nacidos en dos hospitales del sistema NewYork-Presbyterian entre enero de 2018 y septiembre de 2021. Los padres de los niños completaron cuestionarios de evaluación diseñados para detectar posibles señales de autismo.
Los resultados no mostraron diferencias significativas en las evaluaciones de autismo entre los niños nacidos antes y después del inicio de la pandemia.
"Esta es una noticia tranquilizadora para las personas embarazadas que temen enfermarse de COVID y su posible impacto en el desarrollo de autismo", señaló Dumitriu. Según el investigador, es improbable que la exposición prenatal al COVID esté relacionada con un aumento en los casos de autismo.
Aunque el estudio no evaluó directamente diagnósticos de autismo, sí examinó el riesgo a través de herramientas de detección. Dumitriu destacó que "aún es temprano para obtener cifras diagnósticas definitivas, pero estas evaluaciones predictivas no sugieren un aumento en las probabilidades de autismo debido a la exposición a COVID durante el embarazo".
Estudios anteriores han demostrado que eventos estresantes, como pandemias, desastres naturales o guerras, pueden influir en el desarrollo neurológico, pero esas condiciones suelen manifestarse más adelante en la vida.
El investigador Morgan Firestein añadió que, si bien estos niños nacieron en un entorno único marcado por el estrés y el aislamiento social de sus padres, es fundamental continuar monitoreando su desarrollo para identificar posibles efectos a largo plazo.