Incidentes que sucedieron entre estos meses y que jugaron un papel decisivo en esta guerra que inició con el Grito de Dolores.
Hacia el 22 de septiembre de 1810 llegaron a Saltillo las noticias de que el Padre Miguel Hidalgo y Costilla se había levantado en armas en la región de San Miguel el Grande el 16 de septiembre anterior. Al mismo tiempo el gobernador de Coahuila, destacamentado en Monclova, don Antonio Cordero y Bustamante, comenzó a concentrar sus fuerzas reuniendo las tropas de los presidios, para mantener en ésta región controlada la situación.
Para noviembre de ese mismo año, comenzaron a llegar a Saltillo y a tierras de Coahuila una gran cantidad de familias completas que huían del centro del país. Traían noticias de que los rebeldes habían tomado San Luis Potosí y que se disponían a avanzar hacia el Saltillo.
A principios de enero de 1811, llegaron a Aguanueva, entre siete y ocho mil rebeldes comandados por el general Mariano Jiménez, los cuales hicieron que huyeran sin haber disparado ni un solo tiro más de 700 soldados que tenía desplegados el gobernador Cordero, quien fue apresado y llevado ante el general Jiménez.
Jiménez hizo su entrada triunfal a Saltillo y mandó parte de su gente a ocupar Parras y Monterrey y nombró como gobernador al brigadier Pedro de Aranda y lo envió a ocupar Monclova con quinientos hombres, para el 18 de enero, la capital de Coahuila estaba en sus manos.
A partir de este momento, un grupo de simpatizantes de la realeza empezó a organizar la contrainsurgencia. Manuel Royuela y el capitán Ignacio Elizondo en Río Grande y la familia de los Sánchez Navarro en Monclova.
Mientras tanto, los insurgentes que parecían invencibles, fueron derrotados en la batalla del puente de Calderón el 17 de enero de 1811, lo cual los orilló a retirarse rumbo al norte, hacia el Saltillo. En el camino Hidalgo y Allende tuvieron un altercado, asumiendo este último el mando de las tropas insurgentes.
Allende llegó a Saltillo el 24 de febrero e Hidalgo pocos días después, con la idea de llegar lo más pronto posible hasta Texas, ya que los realistas estaban muy cerca. La ruta más probable era el viejo camino real que pasaba por Monclova. Sabiendo los conspiradores que los rebeldes estaban en Saltillo, quisieron asegurarse de que tomaran este camino, enviando primeramente al Barón de Bastrop, quien era un rico soldado holandés incorporado al servicio del rey de España. A él le tocaba la difícil tarea de ganarse la confianza de los insurgentes, haciéndose partidario de su causa y al mismo tiempo reportar a Monclova a los conspiradores. De Monclova mandaron luego a Sebastián Rodríguez a Saltillo, quien era un antiguo amigo de Ignacio Allende y Mariano Abasolo, para que los convenciera en conjunto con Bastrop de que se fueran a Texas por el antiguo camino real que pasaba por Monclova.
Recibiendo noticias desde Saltillo de los espías, de que los insurgentes marcharían el 17 de marzo de 1811, en Monclova comenzaron a organizarse, llegando a la conclusión de que la emboscada se realizaría en Baján, ya que era un lugar a donde se dirigirían los rebeldes por ser un sitio donde había mucha agua y también, conociendo el sitio, había una loma y un terreno que era propicio para capturar a los rebeldes. En su paso por El Valle de San Nicolás de la Capellanía, hoy Ramos Arizpe, el ejército independentista, primero llegó Hidalgo con 200 hombres a caballo a la Hacienda de Santa María. Ya sin el mando militar. Más tarde durante el día llega el resto del movimiento. El señor Alcocer permite que pernocten la noche del 17 de marzo de 1811. Hidalgo durmió en una cama de piedra, misma que fue demolida tiempo después.
Ese mismo día, Elizondo toma preso al gobernador Pedro Aranda en Monclova, para que no mandara ningún aviso a los insurgentes que salían de Saltillo. Al amanecer del 18 de marzo, grupos de personas armadas, de las haciendas vecinas a la región centro del estado comenzaban a llegar a Monclova y para el 20 de marzo ya estaban a tres kilómetros al sureste de Baján, junto a una pequeña lomita, comandados por Ignacio Elizondo.
Para este día por la noche, los rebeldes formaban ya una columna de más de 24 kilómetros y estaban muy cerca de Baján, Elizondo envío a un espía, haciéndose pasar por insurgente y llevándole una carta al general Jiménez diciéndole que al día siguiente lo esperaban en Baján un grupo de 150 amigos, para recibirlos, darles agua y llevarlos hacia Monclova.
A la mañana del 21 de marzo los rebeldes se encaminaron hacia Baján, Elizondo desplegó a su gente a lo largo del camino como si fuera un gran recibimiento, pero al dar vuelta a la pequeña colina eran capturados y amarrados por los contrarrevolucionarios. Pocos rebeldes fueron muertos. En uno de los carros venían los generales Allende y Jiménez, los cuales al percatarse de la situación abrieron fuego, contestando los realistas rápidamente y haciéndolos presos. En este momento murió Indalecio Allende, hijo del general Ignacio Allende. Esperaron los realistas cautelosamente a que siguieran llegando insurgentes y al poco tiempo vieron llegar a Hidalgo, montado a caballo, Elizondo envió a una persona a interceptarlo y al darse cuenta de lo sucedido Hidalgo sacó su pistola, pero todo fue inútil, ya que estaba rodeado de enemigos. Al anochecer de ese día, Hidalgo, Allende y Jiménez y todos los insurgentes capturados, fueron llevados a Baján, en donde pernoctaron. Además de los jefes rebeldes, habían tomado cerca de mil prisioneros, veinticuatro cañones, gran cantidad de víveres, suplementos y equipos militares y más de un millón de pesos en monedas y barras de plata. Sólo la retaguardia rebelde escapó.
Al día siguiente, 22 de marzo, los prisioneros fueron llevados a Monclova, pasando por las norias del Marqués y por la hacienda de Castaño. Al entrar a Monclova llegaron hasta el callejón de los Nogales, hoy calle Abasolo y allí doblaron a la derecha, a mediación de cuadra a la mayoría de los presos insurgentes les pusieron grilletes en la forja de Marcos Marchant, bajo la sombra de un frondoso nogal. El 25 de marzo los principales líderes fueron enviados encadenados a Chihuahua, donde se encontraba el cuartel general de las provincias internas de oriente, regresando por el viejo camino real hacia el sur. Allí, Hidalgo, Allende y Jiménez, entre otros, fueron fusilados. Varios cientos de prisioneros fueron ejecutados en Monclova y algunos de los oficiales restantes fueron condenados a servicio presidial, otros fueron liberados, pero asignados a trabajar en las haciendas y minas de Coahuila.
De esta forma el 25 de marzo de 1811 acaba en Monclova la lucha que Hidalgo y los insurgentes dieron inicio la madrugada del 16 de septiembre de 1810 en Dolores, sin embargo, quedó sembrada la semilla de la lucha por la libertad que después otros seguirían, hasta llegar a la anhelada emancipación que aquellos insurgentes soñaron.