El asesino o asesina sigue suelto; no ha sido identificado hasta ahora.
El gran día se llegó ese verano del 2001, con la ilusión y la emoción a flor de piel, sus esfuerzos eran coronados con la ansiada graduación. Largos años pusieron el mejor de sus empeños para llegar al término de su carrera.
Aquellas jovencitas vestían con orgullo su capa azul y la alba cofia para vivir la emotiva ceremonia del “paso de la luz” mientras sus padres observaban orgullosos el momento del término de curso de la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja.
Mientras, la maestra de ceremonias explicaba que esto significaba la pasión, la nobleza y espíritu hacia el trabajo, la emoción y el hacer social además de la responsabilidad que se adquiere con ello.
Cada una de ellas pasó en ese inolvidable mes de julio a prender su lámpara dorada que alegoriza el paso de la profesionalización de la carrera en honor a la memoria de la enfermera inglesa Florence Nightingale, que con una lámpara daba auxilio a los heridos en medio de los combates de la guerra de Crimea que duros de 1853 a 1856, se le conoció como la dama de la lámpara y es considerada la precursora de la enfermería profesional. Una de estas nuevas enfermeras era Daysi que con entusiasmo recibió su título en el auditorio del Santuario de Guadalupe; ella pasaría a la historia pero desgraciadamente en aquellas páginas que son tristes de recordar.
Tenía gran vocación. Daysi Jaquelin Tabares Niño nació el 21 de noviembre de 1981, fue la tercera hija de cuatro hermanos procreados por el matrimonio formado por Yolanda Niño y el obrero Mauricio Tabares.
“Desde chiquita quería ser doctora” recordó doña Yolanda y narró que fue su madrina, la enfermera Silvia Dávila quien le recomendó seguir sus pasos que al final se graduó de la importante carrera.
Tras recibirse tuvo que hacer un año de servicio social primero en Congregación Rodríguez y posteriormente en el ejido 1o de mayo de los municipios de Abasolo y Escobedo en la región centro de Coahuila.
En el mes de agosto del año 2003 contrajo matrimonio con el joven Ramón Córdova y fueron orgullosos padres de una pequeña; agarró experiencia laboral durante un mes en un hospital privado de la colonia Tecnológico para posteriormente entrar a trabajar en el ahora tristemente célebre Hospital Libanés asignado al turno nocturno.
El nosocomio se ubica (hoy en desuso y cerrado) en el cruce de las calles Cuauhtémoc con Mina del sector El pueblo. El inmueble propiedad del doctor Navarrete, era muy reconocido y se especializaba en Ginecología y Obstetricia.
Martes negro. La mañana del 21 de septiembre del 2004, un servidor estaba a punto de concluir el turno de tercera como reportero policial para el diario de Allende y Guatemala cuando un oficial me dijo: “¡Pícale para el Libanés, parece que mataron a alguien!”
El lugar ya estaba resguardado por las autoridades que llegaron el Supervisor Regional de la Policía Ministerial del Estado, Roberto Gallegos y los agentes del grupo de Homicidios Héctor Garza Bernal, Miguel Ángel Treviño Tapia y Mario Zapata Urquieta.
Simultáneamente en la radio a las 08:00 horas, su madre escuchó la desgarradora noticia en flash informativo de la super estación WQ entrando en una crisis de histeria siendo auxiliada por sus vecinos.
En el interior, la enfermera que llegaba para el turno de primera o de día, identificada como Teresa encontró el cadáver de Daysi tirado en el piso en medio de un charco de sangre.
Había un rastro hemático de arrastre desde el pasillo hasta la puerta principal. El médico forense, Ángel Cavazos Gallardo, personal de asuntos periciales y químicos llegaron a levantar evidencias, trascendió que el homicidio sucedió en horas de la madrugada. Como de costumbre las autoridades mantuvieron herméticas las primeras investigaciones.
La necropsia arrojó fuertes golpes en la cabeza y hasta la fecha se desconoce con qué instrumento fueron provocados lanzándose varias hipótesis entre ellas un utensilio médico.
Se siguieron diversas líneas de investigación en donde todos fueron declarados desde el doctor y el viudo hasta amistades cercanas, familiares e incluso un par de lesbianas que fueron vistas esa noche en el teléfono público del exterior del hospital.
En las uñas del cuerpo fueron hallados rastros de cabello y piel como si se hubiera tratado de defensor.
Las especulaciones surgieron por parte de los familiares, externaron sus sospechas a las autoridades y al no obtener resultados la indignación creció en importantes sectores de Monclova; El hospital cerró sus puertas pues tras el homicidio se fue a la quiebra.
Tres años después, el viernes 13 de julio del 2007, Garza Bernal, ascendido a Supervisor Regional de la Policía Ministerial me dijo: “Estáte pendiente Nes, traemos algo muy bueno”, estuve insistente para que me revelara de que se trataba pero no dio su brazo a torcer y sólo me dio un "mejoralito".
La madrugada del sábado 14, un fuerte dispositivo de seguridad rodeó el video bar “Caribe Ozz” que se ubicaba en la calle Venustiano Carranza de la zona centro.
¿La razón? En el interior se encontró al principal sospechoso del asesinato de la enfermera: Un trailero llamado Edgar Alvarado alias “El Fresco”.
La investigación se derivó de una llamada telefónica en que lo inculpaban. El domingo 15 de julio del mismo año este declaró a la prensa especializada: “Mi cuñada Rosa Carmen Gaytán es quien se ha empeñado en acusarme de la muerte de esa muchacha, pero ni la conocí, yo andaba en Monterrey”.
El lunes 16, el inculpado fue transferido al CERESO bajo el cargo de homicidio calificado con brutal ferocidad, ventaja y traición.
Sin embargo tras seguirse el juicio en su contra en el Juzgado Segundo del Ramo Penal a cargo del Juez Hiradier Huerta Rodríguez,Edgar quedó absuelto y en libertad; la defensa de su abogado, Antonio Liñán Medellín demostró que no tenía nada que ver además que existían lagunas en el caso también una de los principales testigos se retractó y también ayudó que ambos (occisa e inculpado) no se conocieran.
Eso significó un revés para la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado (Hoy FGE) además acrecentó la indignación e impotencia de la familia de Daysi así como de Ramón y sus padres. Entonces…¿quien fue el asesino?
Sombras de impunidad. En la actualidad el caso de la enfermera sigue abierto y no se ha seguido ninguna línea nueva de investigación desde que Garza Bernal y sus agentes Treviño Tapia y Zapata Urquieta estuvieron tercos en resolverlo. Doña Yolanda Niño lamentó y denunció la falta de ética de algunos “medios informativos”, principalmente digitales para citar irresponsablemente el caso de su hija sin medir el daño que provocan en la familia.
Posiblemente en un futuro surjan nuevos sabuesos que desempolven este expediente penal y desentrañen de una vez por todas la tragedia ocurrida hace 20 años y que un servidor la siguió a cada detalle desde el inicio. Quizás esta lectura traiga una nueva opinión a la luz del tiempo ya que demuestra que las investigaciones policiacas no siempre concluyen con la captura del asesino, que en algunos casos ni siquiera lo identifican y que en otros llega ayuda externa que sirve para ponerle rostro al culpable.
El periodista Sergio Rodríguez en el prólogo que escribió para mi libro "Crónicas Negras" da un mensaje contundente: "Un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla, la nota roja o noticia policiaca no es más que el reflejo de la decadencia de lo más bajo de la sociedad, y debemos tener presente lo que ocurre para tomar providencia y no ser nuevas víctimas de hechos repetitivos".
Y que quede claro, aquí no hay situaciones de aparecidos ni fantasmas sino una cruda realidad: Una mujer, madre, hija, profesionista muerta y un despiadado(a) feroz, brutal y sanguinario(a) asesino suelto. Qué agradable sería darle la vuelta a la página y olvidar todo, pero no…desgraciadamente ahí está plasmado este feminicidio con tinta indeleble.