Saúl Justin Newman, investigador en University College de Londres, recibió un premio Ig Nobel en la categoría de Demografía por su estudio intrigante sobre las personas que viven más de 100 años. Aunque inicialmente su investigación puede parecer humorística, aborda un tema serio: muchos de los individuos que alcanzan edades extremas provienen de regiones empobrecidas y aisladas, donde los errores y fraudes en los registros son comunes.
**¿Fraude o longevidad?**
Newman descubrió que muchas personas catalogadas como «supercentenarias» (aquellas mayores de 110 años) carecen de certificados de nacimiento y defunción. En Estados Unidos, solo el 10% de estas personas tienen tales documentos. Además, su investigación en las denominadas «Zonas Azules», como Okinawa en Japón, reveló que el 82% de los centenarios estaban oficialmente registrados como muertos. Esto sugiere que la longevidad extrema podría ser en parte atribuible a fraudes para acceder a pensiones o a la pérdida de registros durante eventos históricos.
**La realidad detrás de los supercentenarios**
Según Newman, muchas fechas de nacimiento de estos supercentenarios caen en días divisibles por cinco, lo que indica posibles patrones de fraude. Su estudio también señala que las áreas más empobrecidas, con baja alfabetización y esperanza de vida corta, presentan más casos de longevidad aparente, apoyando la idea de que los errores en los registros podrían ser responsables de estas cifras extraordinarias.
**Un hallazgo que invita a reflexionar**
El trabajo de Newman desafía la visión idealizada de la longevidad y plantea preguntas sobre la precisión de los datos demográficos. Aunque su investigación haya sido reconocida con un premio que provoca sonrisas, ofrece una reflexión profunda sobre cómo la pobreza y las circunstancias históricas pueden afectar los registros de longevidad.