Una investigación reciente sugiere una posible relación entre un alto índice de masa corporal (IMC) en la infancia y un mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia en la edad adulta. Publicado en *Science Advances*, el estudio también indica que un IMC elevado en la adultez podría asociarse con un menor riesgo de esquizofrenia y trastorno obsesivo-compulsivo.
Tradicionalmente, se ha vinculado un IMC alto con un incremento en el riesgo de diversas afecciones físicas y mentales. No obstante, la mayoría de los estudios se han enfocado en los efectos del IMC alto en la adultez, dejando en gran medida sin explorar el impacto del IMC elevado durante la infancia en la salud mental adulta, especialmente en trastornos psiquiátricos graves como la esquizofrenia.
Los investigadores del Hospital Wuhan Fourth y del Hospital Infantil de Beijing, en colaboración con el Consorcio de Genómica Psiquiátrica y el estudio FinnGen, utilizaron datos genéticos y simulaciones de experimentos controlados aleatorios para investigar la relación entre el IMC en la infancia y una serie de trastornos mentales, incluyendo esquizofrenia, trastorno de ansiedad, depresión mayor, TOC y enfermedad de Alzheimer. Los resultados revelaron que un alto IMC infantil estaba correlacionado con un mayor riesgo de esquizofrenia en la edad adulta, mientras que un IMC elevado en la adultez se relacionaba con un menor riesgo tanto de esquizofrenia como de TOC.
El mecanismo exacto detrás de la relación entre el IMC infantil y la esquizofrenia aún no está claro. Los autores sugieren que podría haber alteraciones en la estructura cerebral inducidas por la obesidad durante una etapa crítica del desarrollo neurológico.
Mario Gutiérrez-Bedmar, profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Málaga, advierte que el estudio, basado en aleatorización mendeliana, utiliza variables genéticas para medir el IMC en lugar de mediciones directas. Subraya que, aunque el hallazgo de una relación entre el IMC infantil y la esquizofrenia es significativo, el hecho de que un IMC alto en la adultez esté vinculado con un menor riesgo de ciertos trastornos mentales no sugiere que un aumento en el IMC sea beneficioso, ya que conlleva riesgos elevados para la salud cardiovascular.
El estadístico Erik Cobo de la Universitat Politècnica de Catalunya destaca la necesidad de abordar estos resultados con cautela. Considera que el estudio ofrece una idea inicial, pero requiere una validación adicional a través de métodos reproducibles y replicación en nuevos datos.
En conclusión, el estudio resalta la importancia de controlar el IMC durante la infancia para la salud mental a largo plazo, pero también subraya la necesidad de prudencia al interpretar los resultados y aplicarlos en la práctica clínica.