La joven cantante fusiona bolero, trap y R&B en su nueva música, como muestra de la libertad creativa de su generación
En 2005, el éxito “Gasolina” de Daddy Yankee dominaba las listas musicales de todo el mundo. “La tortura” de Shakira y Alejandro Sanz era un fenómeno de la radio, lo mismo que “La camisa negra”, de Juanes. Y ese año, Erik Rubín y Andrea Legarreta recibían a su primera hija, Mía Rubín.
Un poco influenciada por la época en la que nació, rodeada de personas que empezaban a experimentar con diversas influencias musicales, Mía no siente que los tabúes sobre la música la limiten. Esto ha sido crucial para que pueda trazar su camino en la industria sin temor a ser encasillada.
“Siempre he escuchado de todo. En la escuela crecí con reggaetón y pop, pero en casa, con mi abuelo, siempre fue bolero. Luis Miguel, Los Panchos, Agustín Lara y Armando Manzanero fueron parte de mi infancia, y creo que por eso ahora me fascinan. También escuchaba rock en inglés y en español por influencia de mi papá”, cuenta en entrevista.
La cantante de 19 años asegura que siempre ha sentido una conexión especial con el bolero, un género que comenzó a explorar con “Me rehúso” (cover del tema de Danny Ocean), su primer sencillo junto a Erik Rubín, lanzado en 2021, cuando ella tenía 16 años. Esta experiencia se repite en su nuevo proyecto musical, un bolero R&B titulado “Locos”, ya disponible en plataformas, que hizo en colaboración con Chucho Rivas.
“(El bolero) es un género con el que conecto mucho. Al principio, la gente me decía que era más para mayores, pero creo que la música no tiene edades y la podemos disfrutar tanto grandes como chicos. También es muy subjetiva. Este tipo de canciones puedo cantarlas con los ojos cerrados y lo mejor de esta experiencia es haberla hecho con alguien con quien disfruto mucho trabajar, como Rivas”.
Nueva realidad
En esta propuesta, Mía fusiona el bolero tradicional de raíces cubanas con elementos más rítmicos, como la bachata de República Dominicana, y algunas tendencias actuales como el trap, el popular subgénero del rap estadounidense. Todo esto como un reflejo de la realidad de los jóvenes, insiste.
“Buscamos reflejar nuestra percepción de la música actual, donde no hay reglas establecidas ni prejuicios. Creo que eso es parte de nuestra generación: de repente puedes sentir que la canción suena a reggaetón y lo puedes integrar, si luego quieres que suene a bachata, lo mismo; después jazz, y nadie te va a juzgar por eso. No hay estructuras rígidas, el público es mucho más abierto y no critica cuando se mezclan estos elementos”, asegura.
Al ser una joven promesa, Mía aprovecha la oportunidad para hablar a personas de distintas edades y recordarles la manera en la que crecieron millones de chicos de su generación. Especialmente, destaca lo afortunada que se siente por tener acceso fácil a la música, sin depender de lo que, según le cuentan sus padres, antes ocurría con la radio o la televisión.
Reparte amor
Otro de los valores que destaca en sus contemporáneos es su necesidad de altruismo. Junto a su novio, Tarik Othon, decidió grabar el video de “Locos” en Guerrero, como una forma de mostrar su compromiso con un estado que fue devastado por el huracán Otis el año pasado, con la idea de seguir apoyando a que recupere su lugar entre los principales destinos turísticos del país.
“Mis abuelos vivieron ahí la mayor parte de su vida adulta”, detalla Mía.
“Él era arquitecto y, tras jubilarse, vivió ahí con mi abuela. Al final, fue un lugar muy importante para nosotros. Mi abuelo tuvo que mudarse a CDMX, pero le tenemos mucho cariño porque era la casa de ambos, y tras la muerte de mi abuela, siguió siendo el lugar de mi abuelo. Para muchas personas, ese lugar sigue siendo su hogar, y hay que ayudar a que se levante. Si podemos hacerlo, qué mejor”, comenta.
Mía se prepara para seguir lanzando canciones, apoyada por su padre, quien se ha desempeñado como su productor musical. En su línea de experimentación, explorará el R&B, pop y trap, y no descarta grabar en inglés.