En los últimos meses la afluencia de comerciantes en las pulgas de la localidad ha disminuido considerablemente, debido a la caída de ventas que ni siquiera permite reúnan el suficiente dinero para pagar el piso y lo que implica colocar el puesto.
Rogelio Iracheta, dirigente de la UCA (Unión de Comercio Ambulante), declaró que un pulguero gasta 300 pesos en ir a vender y en ocasiones no logran juntar eso en sus ventas de todo el día. Son 60 pesos de piso, 10 de limpieza, 150 de comida para los vendedores que generalmente van en parejas y además la gasolina que evidentemente supera los 50 pesos para los dos viajes que realizan el de ida y regreso.
Disminución. En la pulga de Praderas, La Miravalle o la Lechería mínimo quedan 16 espacios vacíos, los vendedores prefirieron quedarse en su casa a arriesgarse en gastar los 300 pesos y no recuperarlos con sus ventas, de acuerdo al dirigente algunos están optando por acudir una semana si y dos no y así sucesivamente para no tener tantas pérdidas y lograr vender, aunque sea poco.
Monitoreo. Son los inspectores los que, en cada rondín dan a conocer que hubo espacios vacíos y eso incluso representa un ingreso menos al municipio, Rogelio Iracheta sostuvo que, es muy difícil volver a tener las ventas que tenían antes de la pandemia, pues por si fuera poco la crisis económica de la localidad en donde la gente no tiene empleo no pinta un buen panorama para estos vendedores, algunos se han retirado y buscado otra manera de mantenerse y otros siguen aferrándose a los ingresos que logran y ajustándose el cinturón para completar.