La enfermedad que mata hasta 650 mil personas al año en el mundo

Cada año, la influenza, una infección respiratoria viral, causa entre 290,000 y 650,000 muertes a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de contar con una vacuna eficaz, estas cifras subrayan la seriedad de la enfermedad y la necesidad de comprender su transmisión, síntomas y métodos de prevención.

La influenza es causada por los virus de la influenza, que afectan principalmente la nariz, garganta y pulmones. La transmisión ocurre principalmente a través de gotículas expulsadas al toser, estornudar o hablar, que pueden ser inhaladas directamente o depositarse en superficies. El virus puede ingresar al cuerpo al tocar estas superficies y luego tocarse los ojos, la nariz o la boca.

Existen cuatro tipos de virus de influenza: A, B, C y D, siendo los tipos A y B los responsables de los brotes estacionales que afectan a la salud pública. Estos virus mutan continuamente, lo que obliga a actualizar anualmente las vacunas para proteger contra las cepas más recientes y peligrosas.

Es crucial diferenciar la influenza de un resfriado común, ya que aunque ambos pueden compartir síntomas, la influenza suele ser mucho más severa y su aparición es repentina. Los síntomas típicos incluyen fiebre alta (superior a 38°C), dolor muscular intenso, dolor de garganta, dolor de cabeza, fatiga extrema, tos seca y persistente, congestión nasal, escalofríos y sudoración, así como dificultad para respirar. En casos graves, pueden surgir complicaciones como dificultad respiratoria, dolor en el pecho y confusión, que requieren atención médica urgente.

El virus de la influenza puede permanecer en el organismo durante varios días, con síntomas y contagio típicamente durando entre cinco y siete días. Los síntomas suelen aparecer de uno a cuatro días después de la exposición. Aunque la fiebre y el malestar pueden disminuir en pocos días, la fatiga y otros síntomas pueden persistir hasta dos semanas o más, dependiendo de la gravedad y del estado de salud general del paciente.

La influenza puede ser mortal, especialmente para grupos vulnerables como personas con sistemas inmunitarios debilitados, adultos mayores, niños pequeños y aquellos con afecciones crónicas como asma, diabetes o enfermedades cardíacas. En estos casos, el virus puede provocar complicaciones graves como neumonía, miocarditis (inflamación del corazón), encefalitis (inflamación del cerebro) o incluso fallo multiorgánico. 

Por ello, la vacunación anual es fundamental para reducir la incidencia de casos graves y fatales. Además, adoptar medidas preventivas como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos, evitar el contacto cercano con personas enfermas y mantener una buena higiene respiratoria puede ayudar a minimizar la transmisión del virus.

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