Un estudio reciente ha revelado un hallazgo alarmante: la pandemia de COVID-19 no solo alteró nuestras vidas de manera evidente, sino que también dejó marcas profundas e invisibles en el cerebro de los adolescentes. Las investigaciones indican que el confinamiento aceleró el envejecimiento cerebral en los jóvenes, siendo las adolescentes las más afectadas en comparación con sus pares masculinos.
Las imágenes de resonancia magnética (MRI) realizadas a adolescentes de entre 12 y 16 años después de los confinamientos muestran que, en promedio, el cerebro de las adolescentes parecía tener 4.2 años más de lo esperado. En contraste, el envejecimiento cerebral promedio en los adolescentes varones fue de 1.4 años. Aunque ambos sexos mostraron signos de un desarrollo cerebral adelantado, las adolescentes experimentaron cambios más pronunciados y significativos.
El estudio, que comparó estos datos con escaneos previos realizados en 2018, mostró un adelgazamiento acelerado de la corteza cerebral. Este adelgazamiento es un proceso natural durante la adolescencia, pero en el caso de las jóvenes, se aceleró de manera inusual. Esto plantea interrogantes sobre los efectos a largo plazo de este envejecimiento prematuro en el desarrollo cerebral.
Aunque no está claro si este envejecimiento acelerado tendrá consecuencias negativas a largo plazo, los expertos ya están preocupados. El adelgazamiento cortical, aunque necesario para la especialización cerebral, podría estar asociado con una menor flexibilidad cognitiva, afectando potencialmente el aprendizaje y la adaptación emocional.
El estudio sugiere que estos cambios podrían influir en áreas del cerebro relacionadas con la visión, la cognición social y el procesamiento de emociones. Estas funciones son esenciales para la comunicación y la interacción social, y su desarrollo acelerado podría afectar la manera en que las adolescentes interpretan las expresiones faciales, las emociones y el lenguaje.
Una de las razones por las cuales las adolescentes parecen haber sido más afectadas es su mayor dependencia de las interacciones sociales para su bienestar emocional y desarrollo. La Dra. Patricia Kuhl, coautora del estudio, sugiere que las jóvenes, al estar más conectadas socialmente, podrían haber sentido el aislamiento del confinamiento de manera más intensa.
Aunque los adolescentes varones también mostraron un envejecimiento cerebral acelerado, la magnitud fue menor, posiblemente debido a diferencias en la manera en que manejan el aislamiento social y su impacto en el bienestar emocional.
El estudio dirigido por Ian Gotlib de la Universidad de Stanford destaca la necesidad de seguir investigando los efectos a largo plazo de este envejecimiento cerebral prematuro. A pesar de que la situación sanitaria global ha mejorado, los efectos del estrés inducido por la pandemia siguen afectando a los jóvenes.