La viruela del mono, una enfermedad viral que antes solo se presentaba en aldeas pequeñas de África central y occidental, se ha expandido rápidamente a nivel global y se encuentra ahora en diversas partes del mundo. La Organización Mundial de la Salud ha clasificado la viruela del mono como una "emergencia de salud pública de interés internacional."
Desde principios de 2014, al menos 14 países africanos han reportado infecciones, sumando un total de 17,000 casos sospechosos en todo el continente, según los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). La República Democrática del Congo es el país más afectado, concentrando más del 96 por ciento de los casos y muertes por viruela del mono o mpox.
Los jóvenes son el grupo más afectado, especialmente en Estados Unidos y Europa, donde la variante clado II del virus se transmite principalmente a través del contacto sexual e íntimo. En África, donde se concentra la mayoría de los casos actuales, la población joven es un factor clave en la vulnerabilidad al mpox. Dimie Ogoina, profesora de enfermedades infecciosas en la Universidad Delta del Níger, señala que "una de las razones biológicas para este brote es que la población africana es relativamente joven y, por tanto, no ha tenido la oportunidad de recibir la vacunación previa contra la viruela."
La viruela, erradicada en 1980, proporcionaba una cierta inmunidad cruzada contra el mpox. Sin embargo, las generaciones más jóvenes que nunca fueron vacunadas contra la viruela han perdido esta protección natural, lo que podría estar contribuyendo a la alta tasa de transmisión entre los jóvenes.
¿Por qué están los jóvenes más en riesgo?
Las diferencias en la transmisión entre las variantes de mpox sugieren que los jóvenes, especialmente aquellos de entre 15 y 35 años, podrían estar en mayor riesgo. La falta de inmunidad debido a la erradicación de la viruela, combinada con patrones de comportamiento como mayor actividad sexual y social, aumenta las posibilidades de exposición al virus, particularmente en contextos de contacto cercano.
Kingebeni destaca que "vemos un mayor número de adolescentes y adultos afectados por el clado Ib," mientras que los niños son más propensos a ser víctimas del clado Ia. Esta segmentación de los afectados resalta la necesidad de implementar estrategias diferenciadas para la prevención y el tratamiento en ambos grupos.