El virus del papiloma humano (VPH) es la infección de transmisión sexual más prevalente a nivel global, afectando tanto a hombres como a mujeres. Aunque a menudo pasa desapercibido, puede tener un impacto considerable en la salud, incluyendo enfermedades graves como el cáncer cervicouterino. Conocer los riesgos y las estrategias de prevención es esencial para protegernos.
El VPH comprende un grupo de más de 200 virus relacionados, de los cuales al menos 40 se transmiten mediante contacto sexual, afectando la piel y las mucosas de los genitales, la boca y la garganta. La infección es tan común que se estima que 8 de cada 10 personas sexualmente activas la contraerán en algún momento de su vida. En México, la Secretaría de Salud reportó más de 15,700 casos de VPH en 2023, con un 84% de los casos en mujeres.
La mayoría de las infecciones por VPH se resuelven solas gracias a la respuesta del sistema inmune, pero algunas pueden persistir y provocar problemas de salud graves, como verrugas genitales y varios tipos de cáncer, entre ellos el cáncer cervicouterino, de vulva, vagina y ano. El VPH es responsable de casi todos los casos de cáncer cervicouterino, una de las principales causas de muerte por cáncer en mujeres de países en desarrollo.
El riesgo de infección no se limita a las mujeres; los hombres también pueden verse afectados por el VPH. En ellos, el virus puede causar cáncer de pene, ano y algunos tipos de cáncer orofaríngeo. Además, personas de cualquier identidad de género u orientación sexual pueden contraer el virus, subrayando la importancia de la prevención para toda la población.
Prevención: Vacunas y métodos de protección
La prevención del VPH es posible y altamente efectiva, principalmente a través de la vacunación. Las vacunas contra el VPH protegen contra los tipos más peligrosos del virus, incluidos aquellos responsables de la mayoría de los cánceres relacionados. Se recomienda la vacunación a partir de los 9 años y preferiblemente antes del inicio de la vida sexual, cuando aún no ha habido exposición al virus.
Además de la vacuna, el uso correcto del condón durante las relaciones sexuales puede reducir significativamente el riesgo de transmisión del VPH, aunque no lo elimina por completo, ya que el virus puede infectar áreas no cubiertas por el preservativo.
La vacunación contra el VPH está recomendada para niños y niñas a partir de los 9 años, y hasta los 26 años si no se han vacunado previamente. En algunos casos, los médicos pueden sugerir la vacunación hasta los 45 años, especialmente si existe un riesgo elevado de infección. Consultar a un profesional de salud es crucial para definir la mejor estrategia de prevención individual.
Además de la vacunación y el uso de métodos de protección, es fundamental realizar chequeos médicos regulares para detectar cualquier cambio anormal que pueda estar relacionado con el VPH. Pruebas como el Papanicolaou y la detección del VPH pueden identificar problemas antes de que evolucionen a cáncer, aumentando significativamente las probabilidades de tratamiento y recuperación.