Mientras que Tigres, Rayados y América refuerzan sus planteles. Chivas, en la era de Amaury, sigue perpetrando desastres en la contratación de jugadores
El tianguis futbolero se cimbró en sólo unas horas. Uriel Antuna, a Tigres; Fidel Ambriz, a Rayados, y el Almería trepa desesperado a la pasarela de saldos a César Montes, y ya algunas versiones aseguran que el América negocia.
Tres mexicanos en la turbulencia de las compras de pánico. ¿Y Chivas? Ya llenó sus bodegas con Omar Govea, Bruce El Mesmari, Daniel Aguirre, y otros paquetes de difícil comercio nacional, que ni siquiera entran en la órbita de estrabismo de Fernando Gago.
Cierto, Antuna pasó por ahí, por el Rebaño, sólo para ser una más de las ovejas negras. Su fugaz historia repercutió más en las vinaterías que en la cancha. Cruz Azul lo enderezó, y hoy El Brujo es el segundo mejor pagado de Tigres.
¿Fidel Ambriz? Habrá quien argumente que en esa posición Chivas tiene de sobra, y será seguramente el mismo tipo que lleva años esperando el despertar de Víctor Guzmán y que enciende veladoras para que ni el Oso González ni Fernando Beltrán se lesionen.
Sería atrevido cuestionar el nivel de César Montes ante las precariedades defensivas de Gilberto Valenzuela y el 'Knorr Suiza' Briseño. Cierto, la etiqueta de 14 millones de dólares impuesta por el Almería, parece un despropósito.
En cinco años de gestión al frente de Chivas, Amaury Vergara ha ido perpetrando desastres en la contratación de jugadores. De casi una veintena de incorporaciones, sólo el Piojo Alvarado es rescatable, y tal vez algunos momentos de Alan Mozo, y los recientes escarceos de Cade Cowell, quien, ciertamente jamás habría llegado al Rebaño, de vivir Jorge Vergara.
No ha sido acertado Amaury. En cinco años de gestión ya suma seis entrenadores, y todos, de diferentes paladares futbolísticos. Desde Luis Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich, Marcelo Michel Leaño, Ricardo Cadena, Veljko Paunovic, y ahora Fernando Gago.
Es decir, no ha marcado un parámetro de identidad futbolística, porque no sabe cuál es.
Y Chivas ha sufrido con calamidades en la dirección deportiva. Por ahí han pasado desde Ricardo Peláez, hasta Fernando Hierro, sin olvidar los intentos sui géneris de Leaño, ni la gestión de Mariano Valera y sus nexos con Promofut.
Por la pasarela del fracaso han desfilado desde los casos recientes de Javier Hernández y Víctor Guzmán, hasta las obscenidades como Oribe Peralta y sin olvidar los chascos del mismo Antuna, Alexis Vega, Christian Calderón, Canelo Angulo, Alexis Peña, Santiago Ormeño, hasta las incógnitas como Oscar Whaley, un veteranazo de 30 años, que de sospechosa manera sedujo a Fernando Hierro, pero no convenció ni a Pauno ni a Gago.
Ciertamente, Amaury Vergara debió tomar a Chivas por un compromiso con su padre, no necesariamente por apego al equipo, al puesto, al conocimiento del futbol, o a las proyecciones financieras de OmniLIfe, toda vez que el consejo administrativo de la empresa y la propia familia han recomendado la venta del equipo.