"Mi vida siempre ha estado vinculada al rancho".
El rodeo es el deporte más extremo que puede practicarse, ya que los golpes y las lesiones de gravedad están a la orden del día. A pesar de esto, Emiliano Zapata Saucedo nos cuenta cómo ha sido su vida en este ambiente, en el que se ha convertido en jinete de rodeo profesional.
¿Cómo te iniciaste en el deporte del rodeo, que es el más extremo?
"Bueno, esto viene de familia. Desde muy pequeño, mi familia siempre ha sido gente de rancho. Entonces, desde niño, anduve en el campo conviviendo con animales. Llegabas al rancho y ayudabas en las labores propias de esta actividad, que desde que tengo uso de razón me ha apasionado. Recuerdo que me decían: "Ve y marca aquel becerro" o haz otra cosa, y el premio al realizar esta labor era montarlos. Conforme fui creciendo, me picó la espina de seguir creciendo y tener una experiencia mayor, e incursionar en el mundo del rodeo a nivel profesional, para no quedarme estancado en el rancho. Fue parte de lo que me impulsó a buscar nuevas oportunidades. Ahora me encuentro en una etapa como jinete profesional; llevo alrededor de cinco años, pero ya son diez en el mundo de los ruedos de rodeo, visitando distintas plazas y ganaderías. En fin, ha sido una gran experiencia lo que he vivido en este mundo a mis 25 años. Mi meta es seguir creciendo y convertirme en uno de los grandes jinetes. Para ello, me preparo todos los días, ya que no es solo llegar al ruedo y subirse al cajón; detrás de todo esto hay una preparación muy ardua, desde lo físico hasta lo mental. Solo imagínate enfrentarte a una bestia de 800 kilos que está enojada porque quieren domarla; no es nada fácil ni sencillo, por eso se requiere de toda la preparación que menciono".
¿Qué experiencia te ha dejado el rodeo a lo largo de estos años?
"Son innumerables. Hay tantas que no tendría el tiempo suficiente para contarlas todas. Te encuentras rodeado de muchas personas que dicen ser tus amigos y terminan siendo tu familia. El apoyo de tu familia es muy importante, y te das cuenta en este mundo de quién está contigo verdaderamente. Salir fuera, conocer nuevos lugares y vivir nuevas experiencias es algo muy grato que te deja todo esto. Estar frente a un toro y pensar que solo son ocho segundos lo que te separa entre la gloria o el fracaso es una adrenalina que no se puede describir. Es algo que te da las fuerzas para subirte y desafiar a la bestia que tienes enfrente. Como en todo, el temor siempre está presente, pero confías en tu labor, en toda la preparación que realizaste, y al momento de llegar al cajón, bloqueas todo lo que traes en la mente para estar concentrado en vencer y lograr esos ocho segundos. La preparación es importante para evitar lesiones y que los golpes que puedas recibir sean bloqueados, ya que estás expuesto a sufrir una lesión".
¿El rodeo te ha dejado lesiones graves?
"Sí, tengo varias. Algunas de ellas son la reconstrucción del tobillo izquierdo, los dedos del pie derecho quebrados y la mano dislocada. Son algunas de las más duras; de ahí para adelante, son raspones, descalabraduras, pero con todo y eso, seguiré adelante con lo que me gusta. Como dicen en mi rancho, los golpes te hacen fuerte, y un golpe más te aferra a lo que te gusta. Mejorar la técnica y prepararte físicamente para evitar fracturas es difícil, ya que en este deporte los golpes son parte de la vida cotidiana. La vida de un vaquero es hasta que el cuerpo aguante; es decisión de cada jinete. En Saltillo se realiza un rodeo para veteranos, donde participan vaqueros mayores que siguen montando".
¿Te dedicas únicamente al rodeo o tienes otra actividad?
"Tengo mi trabajo; me dedico a las actividades del rancho y monto caballos para los charros. Es otra de las actividades que realizo. Mi vida está dentro del rancho. La diferencia entre el rodeo y la charrería es la participación en equipo. En el rodeo, en la suerte del jineteo de toro, tienes que durar ocho segundos; en la charrería, lo tienes que dominar".