El caso de Javier “N” es un recordatorio de cómo las adicciones y la violencia pueden destruir la paz de un hogar.
Una mañana que parecía tranquila se tornó en una escena de caos y violencia en la colonia San Isidro, cuando un hombre de 35 años, identificado como Javier “N”, fue detenido por la Policía Municipal tras agredir a su hija de 13 años y amenazar de muerte a sus propios padres.
El reloj marcaba las 08:45 horas, cuando el silencio fue roto por el llanto de una adolescente y los gritos desesperados de una madre que, con lágrimas en los ojos, suplicaba a los oficiales que sacaran a su hijo de la casa. Alma Bertha, madre de Javier, fue quien hizo la llamada de auxilio. “No podemos vivir en paz, ya no puedo más, por favor, llévenselo”, dijo, su voz quebrada por la angustia.
Según el relato de la señora Bertha, su hijo, quien había salido recientemente de un centro de rehabilitación, llegó a la casa visiblemente alterado. Javier, quien se presentó como exministerial, había exigido que su hija, Yaretzi, lo acompañara a un lugar.
Pero la menor, con la naturalidad de quien solo busca un momento de felicidad, prefirió ir con su madre, Yesika, a un juego de softball. Esto desató la furia de Javier. “¡No quiero que vayas con tu mamá!”, gritó antes de propinarle tres golpes en el brazo y el hombro a la indefensa Yaretzi.
Alma Bertha, alarmada por la situación, intentó calmar a su hijo, solo para ser empujada violentamente por él. Fue entonces cuando decidió hacer lo impensable: llamar a la policía. Al percatarse de la llamada, Javier lanzó una amenaza que heló la sangre de su madre: “Si le hablas a la policía, los voy a matar a ti, a papá y a Yaretzi”.
La policía llegó rápidamente al domicilio ubicado en la calle Castaños número 709. Al ser autorizados a entrar, encontraron a Javier en el patio trasero. Aun alterado, intentó justificar sus acciones, alegando que su madre exageraba en la educación de su hija.
Sin embargo, los oficiales procedieron a detenerlo, informándole de sus derechos y los cargos en su contra: violencia familiar y amenazas, delitos que ahora podrían costarle mucho más que su libertad.
El caso de Javier “N” es un recordatorio de cómo las adicciones y la violencia pueden destruir la paz de un hogar. Hoy, Alma, Bertha y su familia esperan que la justicia haga su trabajo y que finalmente puedan encontrar la tranquilidad que tanto anhelan.