Desde la carretera principal hasta la vivienda de Matlohang Moloi, de 79 años, se extiende una empinada pendiente a través de las montañas que caracterizan a Lesoto como uno de los países más altos del mundo.
Matlohang, madre de 10 hijos, me recibe en su hogar bien cuidado y me muestra fotos de su numerosa familia. Estoy aquí para hablar de uno de sus hijos: su primogénito, Tlohang.
A los 38 años, Tlohang se convirtió en parte de una triste estadística. Lesoto, conocido como el reino en el cielo debido a su altitud, tiene la tasa de suicidios más alta del mundo.
"Tlohang era un buen hijo. Me habló de sus problemas de salud mental", comenta Moloi.
"El día que se quitó la vida, incluso vino a decirme 'madre, algún día escucharás que me he suicidado'".