El poeta y ensayista Juan Domingo Argüelles pensaba que el cierre de su carrera poética sería con "El último strike", de 2016, de ahí el título, sin embargo, ocho años después ve la luz "Epitafios", el que quizás sea su último poemario, un libro en el que hace una crítica y una autocrítica de la poesía y los poetas, de la soberbia y el narcisismo que a veces los embarga, y también de la gloria que en ocasiones los atosiga.
Con nuevo poemario, llegó también para el gran estudioso de la lectura y la lengua, un homenaje de su tierra, Chetumal, Quintana Roo, que ayer domingo le rindieron en el marco de la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia.
-¿Un poemario que abona en la crítica y autocrítica?
-Me di cuenta que el gremio de poetas en los que la vanidad sobrepasa a veces el ejercicio poético por sí mismo, es decir, uno escribe poesía porque no tiene de otra, porque necesita expresarse, no por fama, no por vanidad, no por prestigio, no porque busque que lo que lo quieran. A veces, el poeta trata de recompensar la falta de dinero con el exceso de vanidad, esta vanidad exacerbada en muchos poetas que lleva a formas verdaderamente grotescas, absurdas se presenta justamente porque el poeta dice "bueno yo no venderé libros, pero soy muy importante".
-¿Qué es para usted la poesía?
-Es esencialmente un ejercicio que no es buscado, sino es encontrado, y también en el sentido vocacional, la poesía lo encuentra uno. La poesía es un ejercicio que nace y se ejerce en función de esa necesidad. Un poeta vale por sus poemas y no por sus declaraciones, no por sus vanidades. El poeta tiene que entender que son los lectores los que finalmente lo van a abandonar o lo van a continuar leyendo, a lo mejor no lo sabe, a lo mejor ni siquiera tiene por qué saberlo, hay poetas que lo supieron y hay otros que no. Paz lo supo, Sabines lo supo, Pellicer lo supo, pero hay otros poetas que no lo supieron y que sin embargo todavía continúan en la memoria y en la frecuencia de lectura de las personas que aman la poesía. Eso para mí es lo importante.
-¿Si no se publica para el mercado como perdura?
-La poesía perdura porque también es leída por un público selecto; no toda la gente lee poesía, sin embargo, la poesía sigue siendo un punto de referencia importante para todos, los lectores tarde o temprano llegan a la poesía, los grandes narradores y ensayistas son buenos lectores de poesía, por lo general. El hecho de que la poesía no esté sujeta a los vaivenes del mercado hace también que los poetas puedan escribir más libremente que los otros autores.
-¿La poesía refleja la realidad?
-Si hay demasiados tiroteos y hay demasiados descabezados, si hay demasiada violencia, eso lo refleja la poesía. El corrido y el narcocorrido supera con mucho a la poesía culta que quiere incursionar en ese ámbito. El corrido y el narcocorrido son parte de nuestra tradición poética, aunque a muchos les pese. Creo que lo que les molesta a los gobiernos, sean municipales, estatales o federales es que en esos corridos no solo se canten las glorias de los narcotraficantes, sino los contubernios que tienen los narcotraficantes con los gobernantes. La cultura del crimen ha permeado en la sociedad y los gobiernos quieren ocultar esto con prohibiciones, pero no combatiendo directamente a los responsables.
-¿Cómo recibe el homenaje?
-El homenaje viene de un lugar que me nombra y que yo nombro constantemente, viene también de personas de mi tierra que tienen un aprecio por ese paisano que se fue y que en él ven a alguien que pudo salir de una condición desventajosa. Quisiera también pensar que el homenaje no es tanto a Juan Domingo Argüelles, sino a la poesía, el lenguaje y la lectura, en esas tres posibilidades que he explorado.