El mito de que el contacto casual con fentanilo es mortal y se niega a morir

Durante casi una década, un mito persistente ha influido en la percepción pública y en la cobertura de la crisis de sobredosis de opioides: la creencia de que simplemente tocar o estar cerca del fentanilo puede causar enfermedad o incluso la muerte. Sin embargo, no existe evidencia sólida que respalde esta afirmación y hay argumentos en contra de ella.

Los titulares sobre el fentanilo, especialmente aquellos que involucran a las autoridades, suelen mostrar un patrón común: socorristas, policías o transeúntes que experimentan diversos síntomas después de estar expuestos al fentanilo.

Este mito ha persistido, en parte, debido a afirmaciones específicas de algunos funcionarios que aseguran que "el fentanilo puede ser letal con solo tocarlo". Esta idea ganó mayor visibilidad en 2016 cuando la Agencia Antidrogas publicó un video y un comunicado de prensa advirtiendo sobre los peligros de la exposición al fentanilo a través de la piel. Aunque la idea ha sido cuestionada, versiones actualizadas de estos comunicados aún están disponibles.

Hoy en día, los medios de comunicación son menos propensos a repetir sin cuestionar que la exposición casual al fentanilo puede ser mortal, en comparación con hace cinco años. Agencias de salud pública y otros grupos también están comenzando a contrarrestar esta creencia. Sin embargo, el mito sigue siendo fuerte entre algunas agencias policiales y legisladores, con al menos tres estados (Florida, Virginia Occidental y Tennessee) considerando leyes que permitirían presentar cargos graves contra quienes expongan a socorristas al fentanilo y otros opioides similares.

Es comprensible que haya preocupación por el fentanilo, ya que es mucho más potente que los opioides naturales como la heroína o la morfina. El aumento en la disponibilidad y uso de fentanilo ilícito ha provocado un incremento significativo en las muertes por sobredosis, siendo 2023 el tercer año consecutivo con más de 100,000 muertes documentadas en EE.UU.

No obstante, según la información disponible, el riesgo de una exposición grave al fentanilo simplemente por tocarlo o estar cerca de él parece ser muy bajo. Incluso en forma de polvo, el fentanilo no se absorbe rápidamente a través de la piel, según expertos en toxicología. El fentanilo médico, administrado mediante parches dérmicos, se absorbe lentamente durante horas o días.

En 2017, la Facultad Estadounidense de Toxicología Médica (ACMT) y la Academia Estadounidense de Toxicología Clínica (AACT) publicaron una declaración para contrarrestar la desinformación sobre el fentanilo. Evaluaron la evidencia y concluyeron que el riesgo de exposición clínicamente significativa para el personal de emergencia es extremadamente bajo.

Existen escenarios en los que el fentanilo podría ser peligroso para los transeúntes, como cuando el polvo se lava con desinfectante a base de alcohol, lo que podría aumentar la absorción a través de la piel. También, si el fentanilo entra en contacto con las membranas mucosas de los ojos o la boca, podría causar exposición significativa. Sin embargo, estas situaciones requieren circunstancias inusuales, como una alta concentración de fentanilo en el aire.

La ACMT, la AACT y otros grupos han creado directrices para minimizar el riesgo para los socorristas que se encuentran con fentanilo, como usar guantes desechables y mascarillas en entornos de alto riesgo, y lavar cualquier fentanilo en la piel con agua y jabón.

Aunque los síntomas que algunos agentes del orden y otros individuos expuestos al fentanilo reportan son reales, síntomas como ritmo cardíaco acelerado y mareos no coinciden con los de una sobredosis típica de opioides, que incluye respiración lenta, piel azul y pupilas contraídas. Por lo tanto, en algunos casos, estos síntomas pueden ser el resultado de ansiedad o miedo más que de una exposición peligrosa al fentanilo.

A pesar del escepticismo creciente en los medios y las agencias de salud, el mito de que la exposición casual al fentanilo es mortal sigue influyendo en algunas autoridades y legisladores. Sin embargo, esta creencia desví­a la atención de los peligros reales del fentanilo y de los esfuerzos necesarios para enfrentar la crisis de sobredosis en EE.UU.

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