Mpox (antes viruela del mono), guía rápida: síntomas, transmisión y tratamiento

El mpox, anteriormente conocido como viruela del mono, fue identificado por primera vez en humanos en 1970 en la República Democrática del Congo. Desde entonces, la mayoría de los casos reportados provienen de la cuenca del Congo y África Occidental.

Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado el actual brote de mpox en la República Democrática del Congo y su expansión a países cercanos como una emergencia de salud pública de interés internacional.

Esta es la segunda vez en dos años que se considera al mpox como una posible amenaza para la salud global, después de que en mayo del año pasado se levantara una alerta similar tras controlar su propagación.

La OMS ha señalado que, a diferencia de la situación anterior, los brotes actuales no están vinculados a una única variante del virus, sino a varias, y los niveles de riesgo y transmisión han variado. En el pasado, la transmisión se daba casi exclusivamente por contacto sexual.

¿Cómo se transmite?

El mpox se transmite principalmente a través del contacto directo con la piel o mucosas de una persona infectada, especialmente durante relaciones sexuales, según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

El virus puede propagarse a familiares y parejas sexuales, siendo las personas con múltiples parejas sexuales las que corren mayor riesgo.

¿Se puede transmitir de otras maneras?

Además del contacto directo, el mpox también puede transmitirse a través de objetos contaminados como ropa o sábanas, y por heridas punzantes en entornos médicos. También es posible su transmisión en lugares comunitarios como salones de tatuajes, advierte la OMS.

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas comunes incluyen:

  • Erupción cutánea
  • Fiebre
  • Dolor de garganta y/o cabeza
  • Dolores musculares y de espalda
  • Fatiga
  • Ganglios linfáticos inflamados

La erupción cutánea suele comenzar como una mancha que evoluciona a vesículas llenas de líquido, que pueden picar y doler. Estas lesiones eventualmente se cubren de costras que se desprenden al sanar. Las lesiones pueden aparecer en diversas partes del cuerpo, incluyendo las palmas de las manos, las plantas de los pies, la cara, la boca, la garganta, la ingle, los genitales y el ano.

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