El hígado es uno de los órganos más cruciales del cuerpo humano, desempeñando funciones esenciales para mantener nuestra salud. Entre sus tareas se incluyen el almacenamiento de nutrientes, la eliminación de desechos, la filtración y el procesamiento de sustancias químicas provenientes de alimentos, alcohol o medicamentos, así como la producción de bilis, que ayuda en la digestión de las grasas.
Cuando el hígado sufre inflamación o daño, su capacidad para cumplir estas funciones se ve afectada, lo que puede dar lugar a problemas de salud graves, como la hepatitis, una condición que puede tener diversas causas, siendo las infecciones virales una de las más comunes.
La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser causada por el consumo excesivo de alcohol, ciertos medicamentos, trastornos del sistema inmune o infecciones virales. Existen cinco tipos de virus de hepatitis: A, B, C, D y E, cada uno con diferentes formas de transmisión, gravedad de la enfermedad y métodos de prevención. La hepatitis B y D son especialmente preocupantes debido a su capacidad para progresar hacia la cirrosis o el cáncer hepático.
Hepatitis D: Un virus dependiente del virus B
La hepatitis D es particular porque solo puede infectar a individuos que ya están infectados con el virus de hepatitis B. Este virus, el más pequeño que afecta a los humanos, requiere la presencia del virus B para replicarse. La coinfección con ambos virus se considera la forma más grave de hepatitis crónica, ya que puede avanzar rápidamente hacia condiciones como el carcinoma hepatocelular y la muerte por enfermedades hepáticas. Lo alarmante es que tanto la hepatitis B como la D suelen ser asintomáticas hasta que el daño hepático es severo, dificultando su detección temprana.
La doctora Sabela Lens, hepatóloga en el Hospital Clínic de Barcelona, enfatiza la importancia de realizar cribados proactivos en pacientes con hepatitis B para identificar la presencia del virus D. La implementación de técnicas avanzadas de diagnóstico, como el test reflejo, que permite detectar la hepatitis D utilizando la misma muestra que para la hepatitis B, está comenzando a ser adoptada en algunos hospitales de referencia. Aunque esta tecnología aún no está ampliamente disponible, representa un avance importante en la detección y tratamiento de esta grave coinfección.