Ohtani está intentando no solo regresar como un jugador de dos vías, sino hacerlo a raíz de una segunda cirugía importante de codo.
Una multitud de camarógrafos, fotógrafos y reporteros se reunieron cerca de la línea del jardín izquierdo del Dodger Stadium el lunes mientras Shohei Ohtani hacía lo que equivalía a un intenso juego de atrapar la pelota. Sus lanzamientos se produjeron desde una posición de reposo, una postura con las piernas abiertas, un salto de cuervo y una patada con la pierna, 71 en total. Thomas Albert, el entrenador atlético principal de Los Angeles Dodgers, los rastreó todos con un radar de bolsillo.
A medida que ha progresado en su rehabilitación como lanzador, Ohtani ha comenzado a tratar de adivinar la velocidad precisa de sus lanzamientos.
"Por lo general, está bastante cerca", dijo Albert, "si no en el punto exacto".
Es fácil olvidar, mientras navega por lo que podría ser la mejor temporada de la historia para un bateador designado, que hay una otra mitad de Ohtani que todavía espera ser desbloqueada. Los recordatorios han llegado de manera sutil, pero continua, cada dos días durante estos últimos cuatro meses, cuando se toma un descanso de su trabajo actual para prepararse para su futuro.
Ohtani está intentando no solo regresar como un jugador de dos vías, sino hacerlo a raíz de una segunda cirugía importante de codo, una circunstancia que pocos lanzadores superan. Antes de que eso suceda, podría ganar un MVP.