En los últimos cinco años, México ha visto un alarmante aumento en la demanda de tratamiento médico relacionado con el consumo de fentanilo.
Según el reciente "Informe sobre la situación de la salud mental y el consumo de sustancias en México 2024" del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), los casos de atención por consumo de esta sustancia se han multiplicado por más de 50, pasando de 10 en 2018 a 518 en 2023.
El fentanilo, un potente opioide sintético, se ha convertido en un grave problema de salud pública en México. Su consumo ha crecido de manera geométrica, afectando principalmente a los estados de Baja California, Sonora, Sinaloa y Chihuahua. Esta tendencia refleja una expansión alarmante del uso de esta droga, que es mucho más potente que la heroína y otros opioides, lo que aumenta significativamente el riesgo de sobredosis y muerte.
El informe de Conasama destaca que el aumento de casos no es simplemente un incremento lineal, sino que muestra un patrón de crecimiento geométrico. Este término se utiliza para describir un aumento que se duplica o triplica a lo largo del tiempo, lo cual indica que el problema se está saliendo de control rápidamente.
La capacidad de las instituciones de salud pública para manejar esta crisis se ve seriamente comprometida por el ritmo acelerado de este crecimiento.
Entre 2019 y 2023, las autoridades mexicanas incautaron 7,689 kilogramos de fentanilo. Aunque esta droga ocupa el cuarto lugar en términos de cantidad incautada, el informe subraya que probablemente representa las primeras posiciones en pérdidas económicas para la delincuencia organizada.
Esto se debe a la alta potencia y valor de mercado del fentanilo, que permite a los traficantes obtener enormes ganancias con cantidades relativamente pequeñas de la sustancia.