Miguel Merino es el padre de Mikel. Jugó en el CD Leganés en Segunda B cuando el club pepinero no tenía campo de hierba. En el antiguo campo de tierra, en el mítico Municipal de Leganés, Merino padre se infló a rematar de cabeza y a sumar goles siendo un crío. Aquellos goles comenzó a dar oxígeno a un club que con el paso de los años milita con orgullo en Primera división.
Merino padre se ganó enseguida con aquel poderío su fichaje al fútbol de élite. Y fichó por Osasuna donde hizo una carrera espectacular. Allí se ganó el cariño de la afición navarra. Tenía entonces Osasuna un ojeador en la Comunidad de Madrid, que rastreaba el fútbol regional. José Antonio Segura, un técnico reconocido del fútbol madrileño, era quien daba el pase a Pamplona desde los clubes modestos madrileños de la época. Todos rentables.
Los Merino, una familia muy futbolera
Merino senior tenía todos los informes del ojeador Segura. Y Osasuna no se equivocó. Los Merino son una familia muy futbolera. Merino padre en el CD Leganés era Merino II. Porque Merino I, su hermano, jugaba de lateral derecho también en el Leganés. Este era combativo, peleón, puro corazón. El hermano pequeño, en cambio, salió de otro perfil. Más técnico. Pero, con una virtud muy especial. Sus remates de cabeza, eran oro molido. Mikel, el autor el gol en Stuttgart, comenzó de niño a pisar el césped en Balaídos, en Vigo, cuando su padre jugaba en el Real Club Celta. El manual del salto lo heredó. Los genes, de su padre, estuvieron esta noche en Alemania.
Mikel Merino junior, el jugador ya consagrado de la Real Sociedad, marcó los tiempos del remate impecable. ‘Made in Santillana’, Mikel Merino dejó para el recuerdo una imagen estética gracias a las hermosas fotografías que distribuyó EFE al mundo entero. Poderoso, con energía, Mikel Merino, uno de los chicos preferidos de Luis de la Fuente, tumbó a Alemania, y entra en la historia de los goles que duelen al fútbol alemán. Tres cabezazos de lujo. Maceda, en la Eurocopa del 84; Puyol en el Mundial del 2010 y este viernes, Mikel Merino. Tres goles de testa. Tres regalos para el fútbol español.