En julio del 2013, los Boston Celtics y los Brooklyn Nets hicieron un cambio que estremeció a la NBA.
Dos pilares del campeonato del 2008, Kevin Garnett y Paul Pierce, dejarían a los entonces 17 veces campeones de la liga para unirse a los Nets, un equipo que desde su fundación en 1967, jamás había levantado un título.
La transacción final le otorgó a Brooklyn a las dos estrellas, quien, a la postre terminarían en el Salón de la Fama del basquetbol profesional. Además, llegaron DJ White, Jason Terry y una selección de primera ronda en el Draft del 2017. Por su parte, Boston recibió cinco jugadores, tres selecciones de primera ronda en 2014, 2016 y 2018, y la posibilidad de intercambiar otra selección con Brooklyn.
Si bien Boston había ganado el título en el 2008 con Garnett, Pierce y Ray Allen como sus figuras principales, para el 2013 la realidad de la liga los obligó a empezar desde cero. LeBron James y los Miami Heat estaban a la mitad de una era en la que ganaron dos campeonatos y llegaron a las finales de la NBA cuatro veces consecutivas. En el oeste, los Golden State Warriors de Steph Curry, Klay Thompson y Draymond Green comenzaban a asomarse.