Trastornos emocionales, un factor clave en la epidemia de obesidad en México

México, al igual que muchos otros países, enfrenta una grave crisis de salud pública: la obesidad. Con más de 50 millones de personas padeciendo esta enfermedad y casi un tercio de la población adulta en categoría de obesidad, nuestro país se posiciona como uno de los más afectados a nivel mundial.

Detrás de estas alarmantes cifras, se esconde una realidad compleja que va más allá de la simple ingesta excesiva de alimentos. Los expertos coinciden en que los trastornos emocionales juegan un papel fundamental en el desarrollo y mantenimiento de la obesidad, especialmente el hambre emocional.

El hambre emocional se refiere al impulso de consumir comida para regular emociones como la tristeza, el estrés, la ansiedad o incluso la felicidad, en lugar de hacerlo por una necesidad fisiológica real. Este patrón de conducta puede llevar a atracones, consumo excesivo de alimentos poco saludables y, en última instancia, a un aumento significativo de peso.

Según el Dr. Fernando Barba, internista en la clínica de obesidad, nutrición y metabolismo del Centro Médico ABC, cerca del 60% de los pacientes con obesidad también sufren de trastornos depresivos o de ansiedad. Esta estrecha relación entre las emociones y la alimentación hace evidente la necesidad de un enfoque multidisciplinario para abordar la obesidad de manera efectiva.

Las consecuencias de la obesidad van más allá del aumento de peso. Esta enfermedad crónica se asocia con un mayor riesgo de desarrollar otras condiciones graves como diabetes, hipertensión arterial e incluso algunos tipos de cáncer.

Es por ello que resulta fundamental tratar la obesidad desde una perspectiva integral que incluya tanto el manejo de las emociones como la adopción de hábitos alimenticios saludables.

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