Guillermo Pérez revivió el día que ganó el oro olímpico en Beijing 2008: un momento que “no tiene precio”

Fueron apenas unos segundos. Los más tensos de toda su vida. Nerviosismo, palpitaciones aceleradas.

¿El triunfo sería suyo, después de un combate tan épico como cerrado ante Gabriel Mercedes en la final olímpica? Lo merecía, al menos daba esa impresión, pero al final de cuentas, el Taekwondo, en ese momento, era un deporte de apreciación.

En cuanto el árbitro le levantó la mano sobre el tatami -tras cuatro duros rounds y empate 1-1- y lo declaró ganador por criterio de superioridad. Las emociones se detonaron: éxtasis, alegría, brazos arriba, corrió con llanto hacia donde estaban los suyos. Mientras un país de 100 millones de habitantes se sentía orgulloso de él. Sí, Guillermo Pérez se convirtió en medallista de oro de Taekwondo en Beijing 2008 en la categoría de -58 kilogramos.

“Cuando llego al final, cuando va a llegar el juez a dar la victoria, es un momento crítico y emocionante. Las pulsaciones a mil por hora, visualizo que el juez va a dar la victoria para nosotros, para los mexicanos. Cuando cierro los ojos, nos pide el saludo (entre competidores), yo ni siquiera lo hago, me quedo con la cabeza muy erguida y tratando de visualizar que va a dar la victoria a nuestro favor”, rememora Pérez en entrevista con ESTO, para luego revivir la escena más feliz de su carrera deportiva.

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