Entre las principales amenazas que trae consigo el calor extremo se encuentran la insolación y el golpe de calor, dos condiciones que, si bien comparten algunos síntomas, tienen características y orígenes distintos.
La insolación, también conocida como apoplejía solar, se produce por una exposición prolongada y directa al sol. Los rayos solares calientan en exceso el cuerpo, superando su capacidad para regular la temperatura. Esto desencadena una serie de síntomas como dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, calambres musculares, piel enrojecida y, en algunos casos, fiebre.
Por otro lado, el golpe de calor es una emergencia médica que surge cuando el cuerpo no puede enfriarse adecuadamente, generalmente debido a una temperatura ambiente elevada, incluso en la sombra.
A diferencia de la insolación, la piel en el golpe de calor suele estar seca, caliente y enrojecida, y la temperatura corporal puede superar los 40°C. Entre los síntomas más graves se encuentran la confusión, convulsiones, pérdida del conocimiento e incluso la muerte.
Prevención: tu mejor escudo contra el calor
Tanto la insolación como el golpe de calor pueden tener consecuencias graves para la salud, por lo que la prevención es fundamental. Aquí te compartimos algunos consejos clave:
Hidratación constante: Bebe agua, bebidas deportivas o jugos de frutas con regularidad, incluso si no sientes sed.
Ropa fresca y holgada: Opta por prendas de colores claros y que transpiren, como el algodón o el lino.
Sombra y protección solar: Busca la sombra, especialmente en las horas más calurosas del día (entre 11 am y 4 pm). Usa sombrero, gafas de sol y protector solar con FPS 30 o superior.
Actividad física con precaución: Evita la actividad física intensa durante las horas pico de calor. Si haces ejercicio, hazlo temprano en la mañana o al atardecer.
Atención a grupos vulnerables: Niños pequeños, ancianos, personas con enfermedades crónicas y personas con sobrepeso tienen mayor riesgo de sufrir estas afecciones.