Jalen Brunson es una de las figuras del momento. El sueño de Spike Lee en la primera fila del Madison Square Garden. Al fin un perimetral que le da alegrías sostenidas. Un joven que le permite ilusionarse y no masticar bronca por las veredas de la Gran Manzana.
Brunson es un producto genuino del trabajo. A diferencia de otros talentos elite de la NBA, no tiene un físico privilegiado ni condiciones naturales que lo empujen a ser el objetivo primario de los reflectores de turno. Fue, de hecho, un pick de segunda ronda tardía que tuvo que transpirar mucho para jugar en esta Liga primero y sobresalir después.
Tiene en Tom Thibodeau su padre deportivo perfecto. Recientemente, una encuesta en el portal The Athletic realizada a jugadores NBA de todos los equipos (anónima en los resultados) reveló que el entrenador que "menos preferirían tener" es Thibs. Y seguramente, si le consultaran al coach de los Knicks, contestaría que no quisiera tener en el equipo a jugadores que no estén dispuestos a trabajar duro y dar un extra en función de correr los límites para alcanzar nuevas metas.
Quizás sea por eso que Brunson y Thibs con como pan y manteca. Un armador que controla la ofensiva y un coach que domina la defensa. El liderazgo dentro de la cancha y la conducción fuera. Juntos conforman un círculo de riqueza que evoluciona en cultura. En una franquicia acostumbrada a fallar una y otra vez con estrellas de cartel, Brunson es el rey de la armada de los trabajadores. Un verdadero jugador del pueblo.
Sus números, sin embargo, dictan otra cosa. Porque son estelares al cien. Frente a los 76ers, en una serie fantástica que se llevó todas las miradas de la primera ronda, Brunson se convirtió en el primer jugador de la historia de la NBA en cerrar un partido de eliminación, fuera de casa, con al menos 40 puntos y 10 asistencias.
Promedió, en una continuidad de cuatro partidos, 41.8 puntos y 10.3 asistencias. Tuvo al menos 40 puntos en los últimos tres juegos, algo que no había ocurrido desde que Michael Jordan -némesis profunda de los Knicks en su historia- lo consiguió ante los Cleveland Cavaliers en 1989.
Esas son las marcas que rompe Brunson noche a noche. Con un básquetbol noventoso, a ritmo promedio, con la ventaja de ser zurdo en tierra habituada a los diestros.
Pero la conexión fluida que vemos hoy en cancha, con colaboraciones increíbles como las de Donte DiVincenzo, Josh Hart y OG Anunoby, entre otros, para cubrir el hueco dejado por Julius Randle, empezó mucho antes.
Antes de llegar a los Knicks, Thibs pasó 20 años como asistente antes de poder entrenar a Chicago Bulls. Y su primera decisión cuando tomó el cargo fue fichar como asistente a Rick Brunson, padre de Jalen, quien hoy también forma parte del cuerpo de entrenadores de New York.
Cuando Jalen llegó a los Knicks en 2022, muchos pensaron que el dueño Leon Rose estaba loco con el contrato que había firmado: ¿104 millones de dólares en cuatro años? ¿En serio? Hoy, con los resultados del fichaje y también en la comparativa de otros 'jugadores franquicia', esa cantidad luce como uno de los negocios del siglo.
Es que Brunson ama a los Knicks. Y los Knicks aman a Brunson. "Haber estado con él por tanto tiempo, y saber la confianza que le tiene mi padre, ayudó mucho", le dijo Jalen a Nick Friedell, de ESPN.com, el 21 de abril de 2023.
"Seamos honestos, hay mucha falsedad en esta Liga", reconoce Thibodeau. "La gente dice las cosas correctas pero nadie las hace".
"Jalen es absolutamente lo contrario. Ni bien firmó, de inmediato empezó a entrenarse en el gimnasio. En el medio del verano. No es del tipo que dice qué cosas hay que hacer, sino que directamente las hace", agrega Thibodeau.
Lo cierto es que esta forma de ser es la que ha conducido a Jalen Brunson al éxito: su mantra. "The magic is in the work". Si uno hace una búsqueda en este momento en Google con esas palabras encontrará el sitio del base de Knicks. Su hoja de ruta.