Desde 2019 a 2024, solo en la frontera de Coahuila con Texas, la cifra se eleva a más de 700 de la suma de los cuerpos de migrantes recuperados en Eagle Pass y Del Río, Texas.
E l Instituto Nacional de Migración (INM) difundió oficialmente el deceso de 366 personas extranjeras y nacionales, desde 2019 a 2024, solo en la frontera de Coahuila con Texas, una cifra que se eleva a más de 700 con la suma de los cuerpos de migrantes recuperados en Eagle Pass y Del Río, Texas, por agentes de la Patrulla Fronteriza.
“Son casos muy tristes de nuestros hermanos que buscaban una mejor vida para ellos y para sus familias, y que hoy están con Dios Nuestro Señor”, lamenta el padre José Guadalupe Valdés.
Migración. El padre Pepe ha sido toda su vida un defensor incansable de la migración que cruza por esta frontera hacia Estados Unidos, una persona sumamente respetada y querida por propios y extraños. Hace unas horas el Instituto difundió las primeras estadísticas oficiales, que difícilmente se pueden recabar, una información hermética. Se trata de cuerpos de niños, niñas, adolescentes, mujeres, hombres de edad adulta.
Son casos dolorosos, desgarradores que hacen brotar lágrimas de desesperación.
El rescate de los 366 cuerpos fue hecho en lado mexicano por elementos del Grupo Beta desde Acuña, Jiménez a Piedras Negras.
Un alto porcentaje fue recuperado en Río Bravo, víctimas de asfixia por sumersión, otros en accidentes y deshidratación. Pero es en la zona de Piedras Negras frontera con Eagle Pass, donde más cuerpos se han localizado en el río.
Cifras en Texas. Autoridades consulares en Eagle Pass han reportado más de 350 fallecimientos en los últimos cuatro años.
El ex cónsul Ismael Navejas informó del deceso de 126 personas en 2021, 140 en 2022 y 110 en 2023.
Hasta marzo de 2024 se contabilizaban 26 decesos de los cuales 10 están identificados como ciudadanos mexicanos, 9 hombres y 1 mujer, de acuerdo con la cónsul Vivian Juárez Mondragón.
En 2022, Manuel Melo, jefe de Bomberos en Eagle Pass, promedió una persona diaria ahogada en el río o en el desierto, y solicitaba al Gobierno de Texas más cajas refrigerantes para preservar los cuerpos hasta la extracción de ADN y la identificación de familiares.
Casos estremecedores. A lo largo de estos años se conocieron casos desgarradores de muerte y sufrimiento. Cómo olvidar en 2022 cuando un padre de familia falleció en el desierto por deshidratación, y la carta de su hija donde le decía cuánto lo amaba. Fue lo último que alcanzó a leer: ¡te quiero, te quiero, te quiero”, no lo olvides!”. Al lado de la frase, dibujos de ella y sus hermanos con su papá y dos corazones entrelazados. Es difícil olvidar el caso de siete migrantes que fueron arrastrados por la corriente del río Bravo, al caer de una balsa hechiza. La mujer embarazada que, en busca de una mejor vida, se quedó a unos metros de la orilla de Estados Unidos. Cómo no recordar la tragedia de una madre y su hijo, al ver ahogarse a su hermana y sus dos hijos, Viterma de la Sancha de 33, Yorlei Rubí de 10 y Johnatan de 8 años, todos de la Ciudad de México. Tampoco el caso de Norlan Bayardo Herrera de 20 años de Honduras, que se quedó varado cerca de la barrera de boyas flotantes.
Atenciones. Pero no todo es tristeza. El propio Instituto revela que sus 22 grupos Betas que operan de manera estratégica en nueve estados, han atendido a un millón 021 mil 673 personas migrantes en situación de vulnerabilidad.
Están en estados fronterizos como Baja California, Sonora, Chihuahua, así como en Coahuila, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Chiapas y Oaxaca.