La denuncia se hizo pública en las redes sociales.
Dos internos del Centro de Rehabilitación SANARÉH lograron escapar de sus instalaciones y revelaron a sus familiares las horribles torturas a las que eran sometidos.
Además, acusaron al propietario, Rodolfo Zamora Maltos, de sacarlos del centro para obligarlos a trabajar como esclavos en la construcción de una de sus propias casas.
Regina Ramos, hija de uno de los afectados, tomó la valiente decisión de denunciar el caso en sus redes sociales. Expuso que ella y su hermana firmaron un contrato con Zamora Maltos, creyendo que estaban ingresando a una clínica de rehabilitación para su padre. Sin embargo, descubrieron que el lugar, lejos de brindar ayuda, era un sitio de pesadilla donde su padre sufrió daño moral, psicológico, verbal y físico.
Según Ramos, Zamora Maltos se llevó a su padre y a otro interno por más de un mes y medio para trabajar en la construcción de su casa, sin el conocimiento ni consentimiento de ellas. Aunque en el contrato se establece que los internos no pueden salir durante un período de seis meses, Zamora Maltos empleaba a más de quince personas en condiciones similares, manteniéndolos en secreto a sus familias y continuando con los pagos regulares.
Las condiciones en el centro eran deplorables, con horarios extenuantes, alimentación deficiente y castigos severos por infracciones menores, como robar comida. Los internos sufrían humillaciones constantes y eran manipulados para odiar a sus propias familias. Además, se les negaba atención médica adecuada, siendo auto-medicados por personal no cualificado.
Este escándalo ha generado indignación y exigencias de justicia por parte de la comunidad, así como llamados a una investigación exhaustiva sobre las prácticas del Centro de Rehabilitación "SANARÉH" y su propietario, Rodolfo Zamora Maltos.
Se espera que las autoridades tomen medidas rápidas y efectivas para garantizar la protección de los internos y poner fin a estos abusos inhumanos.