La enfermedad, causada por el protozoario Trypanosoma cruzi y transmitida principalmente por el vector conocido como chinche besucona, afecta a millones de personas en 21 países de las Américas, con un impacto significativo en la salud pública.
Según los expertos, la enfermedad de Chagas suele manifestarse años después de la infección, lo que dificulta su detección oportuna. Sin embargo, medidas preventivas como el uso de mosquiteros y buenas prácticas higiénicas en la preparación, transporte, almacenamiento y consumo de alimentos pueden reducir significativamente el riesgo de transmisión.
El principal mecanismo de transmisión es vectorial, a través de la deposición de heces infectadas en heridas de la piel o mucosas por parte de los hemípteros (chinches). Otras vías de transmisión incluyen la transfusional, congénita, por trasplante de órganos u oral.
A largo plazo, la enfermedad puede causar daño crónico e irreversible en el sistema nervioso, digestivo y cardiovascular, con complicaciones graves como aneurisma apical, miocarditis e insuficiencia cardíaca. Sin embargo, el tratamiento oportuno durante la fase aguda de la enfermedad puede ser efectivo y curativo, especialmente en niñas, mujeres en edad fértil y en gestantes para prevenir la transmisión congénita.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece una serie de medidas para el control de la enfermedad, incluyendo estudios entomológicos, rociado de insecticidas, mejoras en viviendas, educación y comunicación comunitaria, así como pruebas de tamizaje en sangre donada y órganos transplantados.