Muchos lo han calificado como la verdadera luz al final del túnel al ver la pronta y real recuperación de Altos Hornos de México donde señalan algunos que lo mejor que le pudo pasar a esta empresa es que se comiencen a ir los directivos y que llegue sangre nueva que tenga verdaderas intenciones de hacer crecer la empresa y no acabarla como lo hicieron quienes hoy se van.
El tema de Altos Hornos ha dado mucho de qué hablar, y sobre todo por las tantas y tantas cortinas de humo que se han fabricado, con las cuales se logró mentirles una y otra vez a los trabajadores que, a la fecha, siguen sin pago. Pero lo que no se logra entender es por qué tanta algarabía con la salida de los directivos, como el caso del vocero o director de comunicación social, el chileno Francisco Orduña.
¡Que se va!, pues que le vaya bien y lo que sigue.
Que quién se queda en su lugar y ¿por qué?
Pues por lo que sea, pero que siga colaborando dentro de esa iniciativa privada y logre dar los resultados esperados para los nuevos dueños.
Que importa si Orduña se va o se queda, lo que importa, es que la empresa funcione y que los empleados y obreros por fin se logre pagarles el sueldo que tienen atrasado, pero lo más importante es que se eche a andar la empresa y que regrese ese flujo económico que tanta falta le hace a la Región Centro.
Y es que pensemos, centradamente, ¿En qué nos beneficia o perjudica si se queda o se va?
Alonso Ancira es el mismo caso y no es que lo diga quien escribe, sino que es el comentario de muchas personas allá afuera y que coinciden en que Altos Hornos será mejor sin el llamado anteriormente magnate de acero.
Hay quienes dicen y aseguran que la llegada de Alonso Ancira fue lo peor que le pudo pasar a la empresa de Altos Hornos de México y es de todos conocido que esto presuntamente fue gracias al compadrazgo que había con Carlos Salinas de Gortari que le dejó todo como le gusta, bueno, bonito y barato.
¡Basta recodar el tema de Agronitrogenados!
La coincidencia mayor en opiniones es que fue él mismo Ancira quien llevó a la acerera local a la quiebra.
Obvio también con mucha ayuda de todos los directivos que tenía dirigiendo la siderúrgica.
Esos que hoy prefieren irse y que aseguran renuncian a la empresa después de muchas décadas.
Esos que hoy se despiden como héroes, pero que en realidad hicieron más perjuicio que beneficio.
Esos que hoy se van hinchados de dinero, mientras que los trabajadores sin salarios sufren día a día para llevar un plato de comida a sus mesas.
Pero lo anticipamos en este espacio, que una vez que la empresa trabajaría en su recuperación con nuevos inversionistas, lo haría sin esos directivos que acabaron con la acerera.