Un nuevo estudio publicado en la revista The Lancet revela un impacto devastador del COVID-19 en la esperanza de vida a nivel mundial.
La investigación, realizada por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME), indica que la pandemia ha reducido la esperanza de vida promedio en 1,6 años durante los primeros dos años, un retroceso sin precedentes en las últimas décadas.
"Para los adultos en todo el mundo, la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto más profundo que cualquier otro evento en medio siglo, incluyendo conflictos y desastres naturales", afirma Austin Schumacher, investigador del IHME y autor principal del estudio.
Disminución generalizada y focos críticos
El estudio analizó datos de 204 países y territorios, encontrando que la esperanza de vida disminuyó en un 84% de ellos durante 2020-2021. Los lugares más afectados incluyen Ciudad de México, Perú y Bolivia, donde la esperanza de vida se ha visto reducida de forma considerable.
Avances en la salud infantil y desafíos por delante
A pesar del panorama sombrío, el estudio también presenta algunas noticias positivas. La mortalidad infantil ha experimentado una disminución a largo plazo, con medio millón menos de muertes en niños menores de cinco años en 2021 en comparación con 2019.
Sin embargo, el retroceso en la esperanza de vida a causa del COVID-19 es un recordatorio de la fragilidad del progreso en materia de salud global. Los investigadores del IHME hacen hincapié en la necesidad de prepararse para futuras pandemias y abordar las disparidades en salud entre países.
Envejecimiento poblacional y desafíos socioeconómicos
El estudio también destaca una tendencia preocupante: el envejecimiento de la población en muchos países ricos, mientras que las poblaciones en países menos ricos siguen creciendo. Esta dinámica, según Schumacher, "traerá desafíos sociales, económicos y políticos sin precedentes".
Para enfrentar estos desafíos, el estudio sugiere la necesidad de cooperación internacional en materia de emigración voluntaria.