De la tragedia a Taylor Swift: el costo de una NFL imbatible

En Los Angeles  de la interpretación, la National Football League suele recibir los beneficios de la duda más favorables.

Es el marco incomparable del ritual y el evento, el único evento hecho para televisión que sirve de vestigio a la época en la cual el televisor era epicentro físico de todas las salas de estar.

Por largo tiempo, ha dominado el arte de la visualización secundaria: ver un partido sin que importe mucho qué equipo ganó.

Los ingresos monetarios, índices de audiencia y las sorprendentes proyecciones futuras refuerzan la idea de que la NFL es tan indispensable que su unción parece inamovible... y permanente. Es un coloso.

El dominio incuestionable de la NFL es tratado como el resultado de un diseño perfecto, pero mientras repasamos la recientemente concluida temporada número 104 de la liga, con los Kansas City Chiefs alzándose (nuevamente) como campeones, el Super Bowl se reveló como beneficiario de un país dividido... y arquitecto entusiasta de dichas divisiones. Para un deporte que cautiva a la audiencia estadounidense, la NFL no hace nada para distanciarse de las iras y agravio que se han convertido en parte de nuestra identidad.

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