Fue un juego seco, insulso, de pocas oportunidades de gol, donde los jugadores se la pasaban en el césped en lugar de intentar dañar la portería contraria
Lo preocupante para Tigres no es que se le haya negado el gol en su visita a Orlando. Lo preocupante es que este equipo ha perdido la chispa, ha dejado de ser ese cuadro que preocupaba, generaba peligro, daba temor.
Ya no, eso quedó en el pasado.
Empate a cero goles en el juego de ida por los octavos de final de la Copa de Campeones de la Concacaf, en un juego seco, insulso, de pocas oportunidades de gol, donde los jugadores se la pasaban en el césped en lugar de intentar dañar la portería contraria.
Decepcionaron.
Decir que Tigres dominó sería exagerar. Decir que el Orlando mandó en su casa sería una mentira. Ninguno de los dos puede presumir de haber sido el mandón del partido. Prefirieron la fuerza en lugar de talento. Prefirieron la especulación en vez de arriesgar.
Nahuel Guzmán por ahí tuvo que emplearse a fondo en una ocasión…
Pedro Gallese, exportero del Veracruz, no tuvo de mucho por qué preocuparse…
Juego que decepcionó en todos los sentidos.
Robert Dante Siboldi, director técnico de los regios mandó a la cancha a lo que puede decirse es su mejor cuadro, con la excepción del argentino Juan Brunetta, quizá para darle descanso o como señal de que las cosas al mejor jugador del torneo anterior, no le están resultando.
André-Pierre Gignac estuvo de inicio, pero poco generó… Poco se notó su presencia en la cancha. Lo que sí se notó fue que la dependencia que tenía Tigres en él, poco a poco se pierde.
Cero a cero justo, ninguno de los dos mereció ganar.
El juego de vuelta será el próximo martes en el Volcán de San Nicolás de los Garza donde debe de haber un ganador, aunque no se promete que haya espectáculo.